Después de Sci-Hub, la guerra por el copyright científico llega a ResearchGate

octubre 17, 2017

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Hace unos meses se conocía la condena por la que Sci-Hub, el «Pirate Bay» de los papers científicos, era condenada a pagar 15 millones de dólares a Elsevier, en compensación por los daños en materia de copyright.

Aquella batalla del Copyright ahora se ha convertido en una guerra. Por un lado ResearchGate, una especie de Facebook de los científicos y los papers, contra cinco de las principales editoriales científicas (ACS, Brill, Elsevier, Wiley y Wolters Kluwer).

SpringerNature, la editora de entre otras revistas científicas como ‘Nature’, de momento no está en la guerra y parece que apoyaría a ResearchGate.

Hace tiempos o hablábamos sobre Sci-Hub, el «Pirate Bay» de los papers científicos, y cómo era prácticamente utilizada por todo el mundo, con cerca de seis millones de descargas en febrero de 2017. El pasado mes de julio, tanto Sci-Hub como Library of Genesis (LibGen) y otras webs similares, eran condenados al pago de 15 millones de dólares a Elsevier, la mayor editorial científica del mundo, en compensación por los daños y las pérdidas económicas ocasionadas.

Ante este resultado favorable para las editoriales, American Chemistry Society (ACS) se ha sumado a esta batalla y también pide 4.8 millones de dólares en daños, que seguramente se los acabarán concediendo.

Sci-Hub ofrece acceso libre a unos 62 millones de publicaciones científicas, que incluyen tanto papers como libros, siempre y cuando éstos tengan un DOI o un ISBN; y estén online. En una investigación realizada por Bastian Greshake, indicó que en los primeros seis meses de 2016 se habían descargado unos 28 millones de papers, siendo la mayor parte de Elsevier, seguido de SpringerNature y Wiley-Blackwell.

De Sci-Hub a ResearchGate

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Cuando se conoció la condena de Sci-Hub estaba claro que el siguiente sería ResearchGate, y desde hace unos días ya hemos visto los primeros ataques contra ResearchGate y cómo ésta no se ha quedado quieta.

ResearchGate fue creada en 2008 por los doctores Ijad Madisch, Sören Hofmayer y el especialista informático Horst Fickenscher, con el objetivo de conectar científicos en una especie de punto de encuentro, un Facebook científico, aunque la idea inicial era que fuera una especie de repositorio pre-revisores, tal y como ocurre con Arxiv o BioRxiv.

Con sede en Berlín, ResearchGate iba creciendo en usuarios hasta unos 13 millones que tiene la actualidad, de 12 a 120 empleados entre 2011 y 2014, y también se incrementaba el interés en esta red social, que en la actualidad tienen unas 100 millones de publicaciones, incluyendo papers, capítulos de libros, comunicaciones a congresos, posters, etc.

En 2013 se conocía que recibía una inversión de 35 millones de dólares para su desarrollo y expansión. Esta inversión estaba realizada por diferentes fondos de organizaciones como Wellcome Trust o del banco de inversión Goldman Sachs, pero donde sobresalía la Fundación Gates de Bill y Melinda Gates, dentro de su iniciativa por hacer la ciencia abierta.

Esta inversión subiría a más de 50 millones de dólares a inicios de 2017, con nuevos inversores entre los que se encontraban los indicados anteriormente, pero también se sumaba A-Grade Investments, el fondo de capital riesgo participado por Ashton Kutcher.

ResearchGate ha ido creciendo en usuarios hasta unos 13 millones que tiene la actualidad, de 12 a 120 empleados entre 2011 y 2014, y también se incrementaba el interés en esta red social, que en la actualidad tienen unas 100 millones de publicaciones

Si decíamos que Sci-Hub era el “Pirate Bay” de los papers, en el caso de ResearchGate podríamos decir que es un Facebook de papers o más bien de investigadores. Además de compartir papers, capítulos de libro o comunicaciones a congresos, ResearchGate incorporaba algunas mejoras como la posibilidad de interactuar con otros investigadores haciendo seguidor de ellos y ser el primero en conocer su investigación, o la posibilidad de hacer preguntas abiertas a otros investigadores, y que estos te respondieran.

Si antes lo habitual era escribir un email al investigador de turno para pedirle una copia del trabajo, ResearchGate lo hizo más sencillo. Simplemente escribir en un buscador el nombre del investigador o del título del trabajo, y llegabas a él. En la mayoría de los casos lo descargabas y ya, o le escribías al investigador para que te lo diera de forma privada.

En muchos casos antes que el artículo en la revista, el primer resultado en los buscadores era el del trabajo, y en el caso de Google Scholar, éste te envía a ResearchGate antes que las webs de las editoriales, cuando está ya accesible en ResearchGate. Y esto les cabrea bastante a las editoriales.

Rg Comparativa entre ResearchGate, las diferentes editoriales (ScienceDirect es Elsevier) y Sci-Hub. Vía The Scholarly kitchen

Para comprender esto, una investigación de Hamid Jamali de la Universidad Charles Sturt de Australia, indicó en un análisis de 500 papers seleccionados de forma aleatoria, que únicamente 108 eran de open-access, donde los autores pagaron previamente para que la licencia fuera suya, desembolsando entre 500 y 2500 dólares.

De los 392 restantes, 61 (15.6%) eran la versión pre-print antes de revisores, 24 (6.1%) la versión post-print o después revisores y los 307 restantes (78.3%) eran la versión final de la editorial, la que normalmente no puedes subir libremente y está sujeta a copyright, el cual lo tienes que firmar cuando te aceptan el trabajo. El problema es que nadie hace caso al copyright y al final todo el mundo sube el trabajo sujeto a copyright, porque a mí nunca me pasará, que soy un pobre investigador.

La guerra contra ResearchGate ha comenzado

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En el último mes las cosas han cambiado y es que las principales editoriales se han comenzado a poner serias con ResearchGate. El pasado 18 de septiembre se anunciaba que 140 editoriales englobadas en la The International Association of Scientific, Technical and Medical Publishers (STM), solicitaba un acuerdo amistoso con ResearchGate, para que retirara o limitara las facilidades a la difusión de trabajos.

Ante las negativas o las dificultades que ponía ResearchGate, ya que ésta alegaba que las copias de los trabajos eran copias privadas de los usuarios, cinco de las grandes editoriales (ACS, Brill, Elsevier, Wiley, Wolters Kluwer) anunciaban una demanda en Alemania contra ResearchGate, demanda capitaneada por ACS y Elsevier.

En muchos casos antes que el artículo en la revista, el primer resultado en los buscadores era el del trabajo, y en el caso de Google Scholar, éste te envía a ResearchGate antes que las webs de las editoriales, cuando está ya accesible en ResearchGate. Y esto les cabrea bastante a las editoriales

Viendo que esta vez sí que iba en serio, ResearchGate ha comenzado a poner las copias de los trabajos en forma privada y no fácilmente accesibles al público, en una especie de signo de buena voluntad, aunque para estas cinco editoriales aún no es suficiente, ya que ResearchGate no indicó a la coalición el número de artículos que fueron puestos de forma privada.

La coalición se estaría quejando de al menos siete millones de artículos científicos que habían sido subidos a la web saltándose el copyright. En esta primera misiva, pidieron la eliminación inmediata de unos 100.000 trabajos.

Además de esta respuesta de hacer privados un número indeterminado de artículos, ResearchGate anunció hace unos días un acuerdo de colaboración con la también alemana SpringerNature, la segunda gran editorial científica del mundo, y que curiosamente no participó de esta petición de tirar abajo miles y miles de artículos.

En 2013 en una demanda similar contra el rival de ResearchGate, Academia.edu, también se pidió la eliminación de un número elevado de artículos a iniciativa de Elsevier. Desde esa época, Academia fue un poco en declive hacia una red de pago, que es en lo que se ha ido convirtiendo en la actualidad.

ResearchGate incorporaba algunas mejoras como la posibilidad de interactuar con otros investigadores haciendo seguidor de ellos y ser el primero en conocer su investigación, o la posibilidad de hacer preguntas abiertas a otros investigadores, y que estos te respondieran

Esta guerra no ha hecho más que comenzar y puede alargarse, o quizás no, porque a todos les interesa salir ganando.
A las editoriales tampoco les interesa del todo que webs como ResearchGate desaparezcan, porque éstas incrementan la visibilidad de los investigadores y favorece la posibilidad de que tu trabajo pueda ser citado.

Si tu trabajo es citado, además de la alegría para el investigador, hay un beneficio para la editorial de la revista del trabajo citado; que se convierte en una gran alegría cuando son muchas citas y la revista sube en el índice de impacto.
Pero es evidente que de alguna forma las editoriales tienen que velar por su negocio, que es vender artículos y licencias de acceso, siendo esto último un problema en las universidades alemanas por la locura de precios que imponen editoriales como Elsevier.

Y además de esta evidencia, existe otra y es que en ResearchGate prácticamente ningún usuario se lee las normas de copyright antes de subir un trabajo.

Foto | iStock

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La noticia

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fue publicada originalmente en

Xataka

por
Andrés Rodríguez Seijo

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