La definición de planeta está mal, y Plutón es la gran víctima de ese caos
Un reciente artículo volvía a sacar a la palestra uno de los debates más simpáticos (e intensos) de las últimas décadas: ¿es Plutón un planeta? La cuestión es compleja de dilucidar. Puede que el problema se encuentre, en realidad, en la definición que tenemos de planeta. Y los últimos hallazgos en astronomía están complicando aún más la cosa.
«Plutón sí es un planeta»
¿Qué demonios es Plutón? ¿Un planetoide? ¿Un plutoide? ¿Tal vez un plutino? Lo que está claro es que, desde luego, no es un planeta. ¿O tal vez sí? Un grupo de astrónomos bastante molestos está convencido de ello. Retomemos los hechos: fue en 1992 cuando el descubrimiento de otros cuerpos de mayor o similar tamaño puso a los astrónomos entre las cuerdas.
En 2006, tras más de una década de discusiones, la Unión Astronómica Internacional relegó a Plutón a ser un planeta enano
Algunos museos, de hecho, decidieron eliminarlo de sus mapas planetarios, alimentando la controversia. En 2006, tras más de una década de discusiones, la Unión Astronómica Internacional (UAI) relegó a Plutón de planeta a planeta enano. Desde ese momento, plutón se convirtió en el primer plutoide.
Los plutoides son aquellos planetas enanos del sistema solar que se encuentran más allá de la órbita de Neptuno. Cualquier objeto que cumpla simultáneamente la definición de planeta enano y objeto transneptuniano será automáticamente un plutoide.
También es un plutino. Los plutinos son objetos transneptunianos que se encuentran en resonancia orbital 3 a 2 con Neptuno. Esto significa que efectúan dos órbitas alrededor del Sol en el tiempo que Neptuno realiza tres órbitas. Y todo esto no hace más que liarla más y más parda en esto de si es o no es un planeta.
Porque el grupo de científicos de los que hablábamos ha dejado muy claro que, en realidad, el problema lo tiene la definición y no Plutón, lo que reactiva el curioso debate que llevamos años y años viviendo. ¿Qué argumentos esgrimen para avalar su afirmación?
¿Cuál es el problema de la definición?
En opinión de estos expertos, los cuerpos planetarios, incluyendo las lunas planetarias, son aquellos con gravedad suficiente para haberse masificado bajo el efecto de su propia gravedad, convirtiéndose en una «bola» planetaria. Por el contrario, aquellos cuerpos que no, permanecen irregulares y extraños, alejados del típico planeta redondo.
Los astrónomos apuntan con el dedo, algo molestos, que el proceso definitorio de planeta de 2006 fue sesgado. De hecho, explican, fue muy criticado en su momento, incluso por aquellos que aceptaron el concepto. En concreto, el problema vendría al definirlo como «un cuerpo celeste que tiene suficiente masa para que su propia gravedad supere las fuerzas de cuerpo rígido de manera que adquiera una forma en equilibrio hidrostático (prácticamente esférica), y está en órbita alrededor de una estrella, sin ser una estrella, ni el satélite, de un planeta».
Aunque puedan parecer claros, los criterios resultan imprecisos, afirman estos científicos, y dejan muchos casos límite, nada claros. Por otro lado, esta definición deja de lado las propiedades físicas reales de un planeta potencial, eligiendo en su lugar definir «planeta» según los objetos que existen orbitando a su alrededor.
«Esto lleva a muchas conclusiones extrañas y absurdas», comentaba para SFGATE, David Grinspoon, un astrobiólogo que enarbola estas opiniones sobre Plutón. «Por ejemplo, significaría que la Tierra no fue un planeta durante sus primeros 500 millones de años de historia, porque orbitó entre un enjambre de escombros hasta ese momento. Y también, que si tomara la Tierra hoy y la trasladara a otro lugar como un cinturón de asteroides, dejaría de ser un planeta».
Por qué es importante saber qué es un planeta
Para principios del año que viene alcanzaremos Ultima Thule, el objeto más alejado de nuestro sistema que jamás hayamos visitado. El honor lo tendrá la exploradora New Horizons que ya nos regaló una variopinta ristra de imágenes y datos de Plutón.
A diferencia de este último, Ultima Thule no tiene forma esférica. Es apenas un planetoide primitivo, o ni eso, porque con apenas unos kilómetros de ancho y con una forma completamente irregular, sería muy difícil identificarlo como un planeta o, tan siquiera, un planeta enano. Pero, ¿estamos seguros de ello?
Pero diferenciar un planeta de un pedazo de roca amorfa, a pesar de lo anecdótico que parece, tiene su miga: ¿cómo enseñaremos en las escuelas qué es un planeta sin una buena definición? ¿Cómo podemos hablar con propiedad de exoplanetas si no sabemos qué y qué no es un planeta?
En muchos de estos cuerpos encontramos un sinfín de accidentes geológicos y atmosféricos, dignos de auténticos «planetas de verdad». ¿Cómo rechazar la evidencia solo por una cuestión de definiciones? Esto puede suponer un serio problema científico y educativo. Y, además, lleva dándole dolores de cabeza a la comunidad científica desde hace décadas.
Redondo y más pequeño que una estrella
En los albores de la era espacial es curioso que exista un intenso debate para definir un cuerpo que parece básico en nuestra existencia: un planeta. Pero así es. El elenco de definiciones y cuerpos celestes, como veíamos antes (plutoides, plutinos, planetoides, planetas enanos…) es rico y variado. ¡Y seguimos sin ponernos de acuerdo en qué es un planeta!
Podríamos decir que un planeta no es más que un cuerpo celeste redondo, más pequeño que una estrella
Algunos científicos creen que no hay que caer en la tiranía del lenguaje, que tiende a ser maleable y a condicionar las definiciones científicas. Por ello, podríamos decir que un planeta no es más que «un cuerpo celeste redondo, más pequeño que una estrella«. Con esta definición general englobaríamos a todos los cuerpos los suficientemente grandes como para caer sobre su propia gravedad.
Esto se traduce en una forma esférica, independientemente de si son gaseosos, rocosos o de hielo (que serían otras clases dentro de la categoría «planeta»). También excluiría a la categoría «estrellas» (otro problema que también habría que discutir, pero con una solución más clara).
Además, es una definición asumible y cercana para la población que no está formada en astronomía. Y aun así, por supuesto, estamos ante una definición demasiado general. ¿Qué ocurrirá cuando nos topemos con cuerpos que se adapten a la definición pero no sean, claramente, planetas? ¿Definir una nueva categoría? ¿Volver a discutir sobre si Plutón debería entrar en el podio de los planetas? Esta discusión está lejos de haberse terminado.
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Santiago Campillo
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