Holga, la "cámara de plástico con una lente terrible" que inspiró Instagram
Falta de precisión, fugas de luz, cuerpo de plástico, lente «terrible», saturación desmesurada, instantáneas sobreexpuestas… no parecen cualidades de una cámara fotográfica a tener en cuenta, es cierto. Sin embargo, esos eran parte de los atractivos de la Holga, la rudimentaria cámara china a la que en gran medida le debemos Instagram.
Nacida a principios de la década los ochenta, en el contexto de una China comunista en la que la fotografía de aficionados apenas acababa de nacer, intentaba democratizar la captura de instantes. Era sencilla, de bajo coste y empleaba películas de 120, el famoso medio formato, en un país en el que los rollos de 35 milímetros —tan habituales en las naciones occidentales— resultaban muy difíciles de conseguir.
Además, la Holga era perfecta para las clases más populares. Gracias al tamaño de su película, las familias que no podían permitirse hacer copias a unas dimensiones convencionales, podían revelar mediante hojas de contacto. Una técnica que, básicamente, consistía en colocar los negativos sobre papel fotográfico y aplicar luz blanca. El resultado era una imagen del tamaño del negativo perfecta para el álbum familiar.
El encuentro de Kevin Systrom, cofundador de Instagram, con las cámaras Holga
Kevin Systrom, cofundador de Instagram junto a Mike Krieger, se topó con una Holga en la mismísima cuna del Renacimiento, en Florencia. Corrían los primeros años de la década de los 2000, el empresario y programador era entonces un simple estudiante de la Universidad de Stanford y su objetivo estudiar fotografía durante un semestre.
Por aquel entonces, la cámara se había expandido a Occidente. Poco después de hacerse un hueco en el mercado chino, los rollos de 35 milímetros comenzaron a ser frecuentes y una de sus principales ventajas dejaba de ser tal. Fue así como la compañía que la comercializaba decidió entrar en los países occidentales a través de Hong Kong.
Fotógrafos deseosos de experimentar, encontraban en esta máquina casi de juguete una compañera de viaje sumamente especial. Había que entender cómo fotografiaba para, a partir de ahí, buscar una visión propia filtrada por el particular prisma de la Holga. Gracias a sus carencias ganó fama y causó furor entre los que abrazarían la lomografía.
Y fue el profesor de Systrom quien le descubrió la creación china. «Dame esa cámara tuya», le dijo, y tras retirarle su máquina de altas prestaciones le dio una Holga. Mientras estudiase en Florencia, no iba a tener permitido el uso de otra. Según su maestro, estaba demasiado centrado en la precisión y creía que era más artístico. «Tuve que usar esta cámara de plástico con una lente terrible», contaba en una entrevista en 2012.
Con Instagram, querían que se viese el mundo «a través de una lente diferente»
Con el tiempo, se dio cuenta que el docente tenía razón: se había concentrado demasiado en ser meticuloso con las fotografías.
Con la Holga se sorprendió de las instantáneas que podía captar, de lo que podía aportar «ver el mundo a través de una lente diferente» y eso es lo que quisieron ofrecer al usuario con Instagram. «Queríamos dar a todos la misma sensación de descubrir el mundo que te rodea a través de una lente diferente», aseguraba.
De regreso a Stanford, Systrom se graduó como ingeniero, empezó con la start-up Burbn y, como sabemos, no tuvo éxito. El servicio, una suerte de Foursquare, fue desechado por que tanto él como Mike Krieger la consideraban demasiado compleja desde el punto de vista del usuario. Lo que les gustaba de la plataforma, eso sí, era la función fotográfica.
Fue así como se centraron en esta parte y poco a poco nació Instagram.
Un espacio pensado para compartir las fotografías tomadas por teléfonos móviles que, en aquel momento, no disponían de cámaras como hoy en día. Las imágenes eran de baja resolución y la calidad general dejaba bastante que desear. La clave para hacerlas distintas, más interesantes y atractivas, la tenía la Holga. Marcos y efectos convertían una imagen anodina en una instantánea con carácter y cierta personalidad.
Instagram, sobre todo en sus inicios, no caía bien en ciertos círculos profesionalizados. En la conversación que ‘Time’ mantenía con Kevin Systrom en 2012, le decían que todavía no se habían ganado a toda la comunidad fotográfica profesional y que algunos de sus integrantes habían sido bastante explícitos al respecto.
«¿Cómo lidias con eso?», le preguntaban. «Yo no empecé esto para ser una aplicación fotográfica», respondía él. «Se trataba de comunicarse visualmente. Esas son dos cosas muy diferentes. Una aplicación fotográfica es una utilidad. Es como comparar Twitter con Microsoft Word. Si quieres ser un autor, no siempre te vas a limitar a 140 caracteres».
Imagen destacada | barnimages.com (CC BY 2.0)
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