Cómo despertar el interés por la programación en una preadolescente: hablamos con Javi Padilla ('Mara Turing y El Despertar de los Hackers')
Cuando me hablaron por primera vez de este libro y se me presentó la oportunidad de entrevistar a Javi Padilla, no me lo pensé dos veces. Un autor que decide romper los estereotipos y colocar a una niña como hacker tendría muchas cosas interesantes que contarme. Y así era.
Para preparar la entrevista, obviamente, tuve el placer de leerme el primer libro de este escritor. A pesar de ser una novela dirigida a preadolescentes, «Mara Turing y El Despertar de los Hackers» me atrapó desde el primer momento y no tardé mucho en devorarlo. Su argumento prometía mucho y no me defraudó.
La historia de Mara Turing
Mara Turing es una niña que perdió a su padre antes de nacer. Su tío, Arnold Turing, la cuidó hasta que desapareció sin dejar rastro cuando ella tenía cinco años. Seis años después, cuando Mara asiste a la última clase del curso, una misteriosa voz interrumpe la música que está escuchando. Su tío Arnold, a quien creía muerto, le pide ayuda y le envía instrucciones claras: tiene que convertirse en una hacker tan pronto como sea posible.
A partir de ahí, con la compañía de sus amigos, Noa y Daniel, Mara Turing se enfrentará al lado más peligroso de la piratería informática, el cracking, la Inteligencia Artificial y la robótica. Ese es el punto de partida para ‘Mara Turing y el despertar de los hackers’, una novela de ficción con tintes de misterio dirigida principalmente a jóvenes entre 12 y 16 años.
El libro, bien escrito, ameno y fácil de leer, combina algunas lecciones básicas de programación, criptografía e Inteligencia Artificial con la historia de unos chavales de 13 años y sus problemas habituales. Precisamente por conducir el relato bajo la mirada de unos niños, algunos diálogos pueden resultar infantiles (especialmente las bromas de Daniel), pero en términos generales el argumento del libro es interesante y entretenido.
También es cierto que algunos párrafos sobre programación hay que leerlos dos veces para entenderlos, pero el profesor Marley utiliza ejemplos tan clarificadores y cercanos que resultan accesibles para lectores de todas las edades. Y lo más importante: logra generar un interés real por el mundo técnico y computacional.
«No temo a la tecnología, aunque sí creo que se subestima su capacidad intrusiva»
Aunque Javier Padilla (Sevilla, 1977) estudió Periodismo y trabajó en ABC hasta 2011, donde desempeñó sus funciones principalmente en redacción y en el departamento de Internet, ahora mismo se define como un empresario. No en vano, a lo largo de los últimos años, ha cofundado varias empresas de Internet: ElDesmarque, Ten-Golf, Nabumbu e iMagicBox.
Precisamente a raíz de aprender cómo comercializar nuevos productos para niños en Nabumbu e iMagicBox, fue cuando decidió crear el personaje de Mara Turing con un objetivo en mente: despertar en los jóvenes un interés por la codificación y la programación desde un enfoque diferente.
Xataka: Sabemos que el apellido de la protagonista, Turing, es un homenaje al padre de la computación (al que también mencionas en un momento del relato), ¿pero qué pasa con el nombre? ¿En quién te has inspirado para ponerle el nombre de Mara?
Javi Padilla: Barajé decenas de ideas y las compartí con amigos y compañeros en el trabajo. Buscaba un bisílabo sencillo, limpio, fácil de escribir y de leer en distintos idiomas. “Mara” cumplía con todas estas condiciones. Me enamoré en pocas horas del nombre e incluso me puse a diseñar el logotipo para la saga.
Los días siguientes a la toma de esta difícil decisión solo sirvieron para aumentar mi confianza en la elección por el trasfondo de este: significa “amargura” en hebreo, aunque tiene un matiz de dulce melancolía. Es de los pocos nombres hebreos que no tienen relación directa con la religión, y en árabe, además, significa “mujer”.
La historia comienza en Liverpool, pero pronto se traslada a Nueva York, concretamente a Queens (donde se encuentra el garaje de Marley) y a Manhattan (donde los personajes visitan diversos lugares emblemáticos). ¿Qué te hizo decantarte por estas localizaciones?
Aquí no ocurre como con el nombre de la protagonista. Iba, en cierto modo, sobre seguro. En 2013 viví, durante períodos cortos, en Nueva York —tanto en Manhattan como en Queens— y soy un enamorado de la ciudad. Como dice la canción de Jay Z y Alicia Keys, es un lugar donde “no hay nada que no puedas hacer”. Recuerdo llegar allí y, a los pocos días, ya tenía una red de contactos que podía cultivar y con los que podía construir cosas. Por otro lado, todas las calles parecen familiares porque las has visto en películas anteriormente…
En el caso de Liverpool me tiró mucho su lado cultural. La música, por ejemplo, tiene un papel muy importante en Mara y el Despertar de los Hackers, y de allí son The Beatles, aunque también OMD, The Farm o The Christians. Creo que era importante anclar la historia en zonas que han aportado mucho a la cultura de las últimas décadas. Por cierto, también hay en este libro un espacio importante para Madrid.
Y hablando del garaje… Mucha gente sigue creyendo hoy en día que las raíces de empresas como Apple, Amazon, Disney o Google, por citar unos ejemplos, están relacionadas con un garaje. ¿Qué parte de ese mito está presente en tu historia?
Una parte muy importante, sin duda. El garaje tiene una carga simbólica bestial en la historia de la informática y el emprendimiento. Y no es algo gratuito. Empresas como Apple o Amazon nacen porque unos locos deciden sacrificar sus vidas durante años. Y estos locos necesitan un lugar acogedor donde estar codo con codo con sus compañeros, que se pueda configurar como quieras y sea flexible para quitar y poner mesas, estanterías… pero también un sitio muy cerca de tu cama y de la nevera.
Cuando estás investigando, aprendiendo y dando forma a tu negocio acabas obsesionado con aprovechar cada minuto. ¿Por qué perder tiempo en desplazamientos o en ir a comer? El garaje de Alex Marley es un homenaje a esos lugares donde nacieron muchas de las grandes compañías tecnológicas de hoy en día.
Probablemente, la profesora y la madre de la niña reúnen todos los argumentos actuales que existen en contra de la tecnología. Obviamente tú te posicionas a favor del uso de los dispositivos electrónicos, ¿pero a qué edad eres partidario de que se empiece con ellos? ¿Qué límites crees que deberían imponer los padres a sus hijos?
Sé que esta respuesta no va a ser muy popular, pero no creo que haya que imponer una edad mínima. Cuando lo haces estás reconociendo tu incapacidad para educar correctamente a tu hijo adaptándote al entorno. Los móviles o los ordenadores son herramientas que permiten a los niños acceder a un mundo de información, tutoriales y ejercicios educativos sin precedentes. Creo que hay que racionalizar su uso para combinarlo con ejercicio físico —el sedentarismo sí es un problema grave— y fomentar hábitos de uso responsables.
A mis sobrinos siempre les digo que yo puedo acceder a su teléfono en cualquier momento. No es un aparato privado hasta que sean mayores de edad. Mientras tanto, es como el ordenador que yo tenía en casa de pequeño: accesible por mis padres. Ellos podían ver mis avances, para qué lo utilizaba, etc. Estableciendo ciertas reglas y pautas, creo que no es necesario prohibir ningún dispositivo.
Llama la atención que la protagonista en todo momento quiere dejar a su madre al margen de todo. ¿Crees que una niña de 13 años está preparada para afrontar las dificultades y los peligros que se encuentra la pequeña Mara sin la ayuda y el apoyo de sus padres?
Mara es una niña muy fuerte en muchos aspectos, pero para responder a esta respuesta hay que ir, paradójicamente, a sus debilidades. No es más autónoma porque tenga seguridad en sí misma, sino porque piensa que su madre o sus profesores pueden alejarla de conseguir su objetivo. Es el miedo el que la empuja a apartar a Sandra de todo, y lo hace tirando de ingenio. Ella comienza a “hackear” la realidad a su alrededor, a manipular las situaciones y todo esto sirve para poner en valor el potencial que tiene Mara Turing de cara al desarrollo de la saga.
En la novela, propones como hacker a un personaje femenino, sociable y preadolescente rompiendo así por completo con el prototipo actual que mucha gente tiene (chico, friki, aislado…). ¿Te consideras un autor reivindicativo?
Sería pretencioso considerarme siquiera “autor” a estas alturas del partido (risas). Pero sí es verdad que quería construir una historia recreada en un universo donde una preadolescente es la protagonista en una lucha titánica con un hombre y una inteligencia artificial letal. Más allá, no solo la protagonista —y líder— de la novela es una mujer, sino que también lo son las ilustradoras (Gema Moreno y Anna G. Sola), la editora (Amparo Baca) o la autora del prólogo (Silvia Barrera).
Además, como bien indicas, quería romper con el estereotipo del hacker por completo. Alejarme del chico introvertido, resentido con el mundo, rechazado en muchas ocasiones y que desarrolla una vida paralela en un sótano repleto de cajas de pizzas vacías al pie de una hidra de monitores y estanterías repletas de figuritas manga. Mara, Noa y Daniel representan a tres chavales normales que comprenden que la programación les puede llevar a ver un mundo que otros no quieren que vean (y, menos aún, que controlen).
¿Cómo crees que los medios de comunicación, la Administración, los colegios y universidades, e incluso las propias empresas, pueden incentivar a las jóvenes para que se decanten por carreras relacionadas con la informática y las nuevas tecnologías?
Los niños quieren ser youtubers porque admiran a Rubius, Wismichu, Vegetta777 y demás. Ocurre exactamente lo mismo con aquellos chavales que desean ser DJ, futbolista o influencer. Hay un proceso previo de admiración que se transforma en aspiración. Sin embargo, las administraciones y empresas privadas gastan mucho dinero para convencer a los niños para que sean programadores empleando el miedo (¡En el futuro tendrás que saber leer y escribir código o no tendrás trabajo!), argumentos racionales (¡Tu sueldo como programadora será más alto!) y otros recursos donde falta lo más importante: la emoción.
¿Por qué los niños quieren ser magos? Porque Harry Potter emociona a lo largo de siete libros. Por eso los jóvenes memorizan hechizos, quieren jugar Quidditch con una escoba o desean pertenecer a Gryffindor. En resumen, creo que esa incentivación llega sola cuando se consigue tocar los hilos adecuados en el corazón de los jóvenes.
Además, tocas levemente otro tema controvertido: el bullying, una lacra que por desgracia está muy presente en nuestra sociedad actual. ¿El hecho de no haber profundizado más en ello se debe a que lo consideras algo muy delicado o a que no tenía mayor importancia para el argumento?
En «El Despertar de los Hackers» se esbozan varios personajes que tendrán más protagonismo en los siguientes episodios. Los componentes de La Banda del Lagartija están entre ellos. En este primer libro han presentado sus credenciales y tienen pinta de hacer bastante ruido en episodios venideros. No puedo desvelar nada aún, pero tanto ellos como la profesora Hermenegilda Wright tienen cosas que aportar a la trama.
Sin ánimo de desvelar nada, Hermes es un ejemplo perfecto de lo que puede suceder si la Inteligencia Artificial y los avances en robótica caen en malas manos. ¿Hasta qué punto temes tú a ese lado oscuro de la tecnología?
No temo a la tecnología, aunque sí creo que se subestima su capacidad intrusiva en nuestras vidas. El mundo futuro sería mucho más bonito si las Leyes de la Robótica de Isaac Asimov fueran, realmente, leyes impuestas por la naturaleza. La democratización del conocimiento —gracias a Internet, por ejemplo— posibilitará que cualquier persona tenga acceso, en pocos años, a recursos de inteligencia artificial que son impensables hoy en día. Si mezclamos esto con obsesiones, egos y demás… pues eso, echaremos mucho de menos que las Leyes de la Robótica no sean tan universales como la de la gravedad.
Vamos con el villano de la novela, Falko McKinnon, su banda, los Dirtee Loopers, y el ataque cibernético IFV. Por suerte, no son reales, pero nos gustaría que nos confesaras en qué y/o en quién te has inspirado para crearlos. ¿Crees que en un futuro podríamos llegar a asistir a un ataque informático con unas consecuencias tan nefastas como las que describes en tu novela?
Los malos que verán mis lectores han salido directos de una batidora donde metí muchas de mis pesadillas cibernéticas. Inspiración no ha faltado nunca en este sentido en mi entorno: he conocido a hackers muy buenos y les he visto hacer maravillas en persona. Estas habilidades, por desgracia, no se dan solo en expertos de seguridad o en genios que quieren construir plataformas como Facebook, Google o Spotify. Cualquier desequilibrado con una conexión a Internet también tiene acceso a material muy sofisticado para aprender a hackear todo tipo de dispositivos. Y con “todo tipo” me refiero también, por ejemplo, a los reguladores de los motores que ayudan a enfriar los reactores de una central nuclear.
Aunque hoy en día no es posible ejecutar un ataque masivo como el IFV al 100%, sí existe un riesgo importante en ámbitos específicos. Sin duda, hospitales, bancos, centrales energéticas y aeropuertos serán víctimas de ataques informáticos en los próximos cinco años que, esperemos, solo tengan como consecuencia retrasos en los servicios o cortes de suministro.
Y por último, ahora que has publicado tu primer libro, no puedes dejar tu carrera como autor. ¿Estás trabajando en una segunda parte o tienes previsto lanzar otra novela que no tenga que ver nada con Mara Turing?
Ahora mismo estoy centrado en Mara Turing. Estoy trabajando ya en la trama del segundo libro que, espero, saldrá a finales del verano de 2019.
«Mara Turing y El Despertar de los Hackers» ya está a la venta a un precio de 14,95 euros.
Sitio oficial | Mara Turing
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Cómo despertar el interés por la programación en una preadolescente: hablamos con Javi Padilla (‘Mara Turing y El Despertar de los Hackers’)
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Laura Sacristán
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