Guía de compra sillas de oficina: consejos de compra y modelos recomendados
Muchísima gente pasa la mitad del día sentada, y no es una exageración: durante el trabajo, conduciendo, en el sofá… Con esto en cuenta, cuidar las posturas y los lugares en los que nos sentamos va mucho más allá de comodidad: es una cuestión de salud. Hemos consultado a expertos posturales fisioterapeutas para que nos ayuden a elegir las sillas de oficina que mejor se ajusten a nuestras necesidades desde el punto de vista de la ergonomía.
Charlamos con Carlos Castaño Ortiz, profesor en E.U. Gimbernat y responsable de Fisioperpinyà, el fisioterapeuta especialista en posturología y ergonomía Alex Soria Pineño de FisioMedit, Amaia Jáuregui Idoate del Centro Sueskun y Moisés Giménez, fisioterapeuta de Salud Laboral de la Diputació de València, fisioterapeuta pediátrico del Instituto Valenciano de Audiofonología y profesor asociado de la Facultad de Fisioterapia de la Universidad de Valencia sobre qué debemos mirar a la hora de comprar una silla de oficina y qué modelos nos recomiendan.
Comodidad y ergonomía, dos conceptos distintos
Nada más comenzar, Moisés Gimenez lanza un jarro de agua fría: «Los estudios nos muestran que a pesar de haber puesto muchos empeños en mejorar el mobiliario y las condiciones ergonómicas, los problemas musculoesqueléticos no solo no mejoran, sino que en algunos casos van a peor año tras año. Y todo eso nos indica que quizá hemos estado errando la manera de enfocar la ergonomía.»
«Una silla «cómoda» no va a redundar en menos dolores. Una silla cómoda va a hacer que nos sintamos…cómodos, y no cambiemos de postura durante todas esas horas. Y ahí es donde sí se ha visto que hay una importante correlación con las dolencias musculoesqueléticas: una postura mantenida es estar pidiendo a gritos tener dolor.» (Moisés Giménez)
Ante la realidad de pasarnos 8 horas en la oficina sentados, Álex Soria también nos recomienda movernos: «Lo más recomendable es levantarnos y realizar estiramientos (cuello, espalda, brazos y piernas) al menos cada 2 horas para evitar el entumecimiento de las piernas por falta de circulación sanguínea y la sobrecarga de los músculos. Realizar ejercicios de flexibilidad disminuye la tensión muscular, mejora la circulación sanguínea y disminuye el estrés y la ansiedad.»
Amaia incide en lo mismo e incluso da ideas sobre un concepto de silla de oficina para el futuro: «Lo fundamental es que cada dos horas la persona se levante y se mueva. Por muy cómoda que sea una silla, si estás 8 horas al final va a haber dolor sí o sí. Sería ideal que inventaran una silla con unos pedales para mover los pies y mejorar la postura y la circulación»
Carlos Castaño aclara: «Una silla no va a hacer que te duela más o menos la espalda, lo que va a hacer es que estés más cómoda cuando estás mal. Pero eso no se sabe hasta que no se prueban, porque además el dolor de espalda es variable, a veces duele en un lado, otras en otro, otras veces se extiende al glúteo y la pierna. Es difícil saberlo. «
Cómo debería ser el diseño de una silla de oficina
Álex Soria de FisioMedit nos explica: «Cada persona, por una serie de diferentes factores, tiene una postura propia única. Los hay que presentan una espalda plana, una espalda encorvada o una combinación de ambas y en consecuencia una posición de la cabeza diferente. Los hay más altos y más bajos, más delgados y más corpulentos.»
Álex prosigue enumerando criterios de diseño deseables en una silla de oficina: » Debe tener ruedas para facilitar los movimientos a lo largo de la mesa de la oficina evitando posiciones forzadas para moverla. La altura del asiento debe ser regulable, para que los pies queden apoyados en el suelo y la cadera quede ligeramente por encima de la rodilla en un ángulo 90º-90º, de modo que la posición de nuestra pelvis quede lo más neutra posible. La profundidad del asiento debe ser regulable también.»
Amaia Jáuregui insiste en la importancia de que sea ajustable, proporcionando otro detalle a tener en cuenta en cuanto a la altura: «De este modo nos aseguramos de que la persona tenga el ordenador a la altura de los ojos, para que las cervicales estén alineadas.»
Carlos Castaño profundiza en ello, explicando que más allá de que sean ajustables, el diseño no es tan importante: «he pasado muchas horas sentado frente al ordenador porque le he dado al GOW muy seriamente. Algo que se suele pasar por encima es lo de las huellas de la pared que vemos justo enfrente de la silla. Eso es porque intentas estirar los pies y no puedes y denota un problema de espacio. Por eso las sillas con altura ajustable dan un plus de confort. Incluso el tamaño de las patas y las ruedas, para que puedas apoyar los pies y juguetear. Tiene que haber libertad en las piernas, para que nos movamos.»
Castaño prosigue su explicación mencionando un diseño muy visto entre los gamers, las sillas deportivas que emulan los sillones de los vehículos: «Un asiento de un coche está hecho para tener un centro de gravedad muy bajo, tener buena visibilidad de la pista… una silla no es igual. El diseño deportivo es una tontería…a no ser que juegues «repantingado» con la cabeza para atrás, brazos muy apoyados y solo mueva las muñecas. Pero si juegas tenso, no te conviene»
Moisés Giménez es tajante: «Yo nunca recomiendo sillas excesivamente cómodas. En algunos casos incluso evitamos el respaldo, pero no en todos: en trabajos de «escucha» (atención a clientes o telefónica, por ejemplo) es muy recomendable que lo incorpore. En todo caso, queremos fomentar el movimiento.»
Ojo a soportes como reposabrazos, apoyapies, cojín lumbar…
En el mercado encontramos sillas de todo tipo: desde el minimalismo de un taburete hasta sillas de oficina que parecen el sofá de casa. ¿Hasta qué punto es necesario incorporar elementos como el reposabrazos o los apoyapies?
Amaia nos explica que lo mínimo que una silla de oficina debe tener son reposabrazos para descansar estas extremidades y cambiar de postura a lo largo de la jornada. El reposapiés parece ser algo opcional, si bien bastaría con ajustar la altura adecuadamente. A partir de esa base, «lo mejor es una silla neutra y que cada uno la adapte.»
Carlos incide sobre la verdadera función de los reposabrazos y su importancia: «Nadie apoya los brazos en el reposabrazos. Sirven básicamente para apoyarte, levantar el culo y volver a sentarte en el fondo. Para lo demás es un estorbo: pellizcan los codos, molestan al girar al chocar con el escritorio…».
Álex Soria también los incorpora en su idea de silla ideal: «Debe tener reposabrazos y estos deben ser regulables en altura para evitar posiciones forzadas.»
¿Cojín lumbar sí o no?
El cojín lumbar ha resultado ser el elemento de la discordia entre los fisioterapeutas y posturólogos consultados. Mientras que Moisés Giménez y Carlos Castaño abogan por no incluirlo, (como ya hemos visto, Giménez apuesta por sillas sin respaldo) Amaia y Álex invitan a valorarlo en función de cada persona.
Amaia advierte sobre el cojín lumbar en una silla de oficina: «En general, con el cojín lumbar descansan los discos vertebrales y se previenen las hernias discales. No obstante, cada caso es un mundo: hay gente que tiene hipelordosis y lo necesitaría, pero otras que tengan por ejemplo una rectificación de columna no lo necesitarán. «
Álex de FisioMedit recomienda al menos «una leve prominencia que permita realizar ese apoyo (lumbar), el cual también se debe poder regular en inclinación anteroposterior. Siempre hay que tener en cuenta que si el respaldo está inclinado hacia atrás, la cabeza tenderá a irse hacia delante para compensar el desequilibrio por lo que va a ser una fuente de dolores cervicales.»
Carlos Castaño se inclina hacia el lado contrario en este aspecto y habla de la relación entre sociología y posturas:
«Atención también al apoyo lumbar, porque en general inclinarte hacia delante aumenta el dolor. Hay estudios en adolescentes que demuestran que hay subgrupos que se sientan diferentes, con la cabeza más adelante. Es algo achacable a factores psicosociales, pero no con el dolor. Vamos, que la chepa en jóvenes no tiene tanto que ver con que te duela la cabeza y el cuello, sino con otras cosas»
Podemos concluir que adoptar la postura de inclinar la espalda hacia atrás no es bueno, pero hacia delante tampoco.
Materiales transpirables y resistentes
Carlos sugiere materiales ligeros y resistentes para poderse mover con facilidad. Pero hay que prestar atención al volumen del usuario: «Necesitamos una silla que soporte y bascule muchísimo, por si siempre salimos por el mismo lado, nos inclinamos… aunque eso a la larga puede hacer que se incline la silla y nuestra espalda con ella.»
Álex advierte sobre ese compromiso entre basculación y estabilidad, tanto en materiales como en diseño: «La silla debe tener una constitución muy estable, porque todos tendemos a apoyarnos más hacia un lado u otro y los asientos que se inclinan a un lado u otro según nuestro peso podrían generar dolores de espalda al generar posiciones escolióticas.»
Si nos ceñimos a las propiedades de los materiales, aunque el cuero ha sido tradicionalmente uno de los más usados, Carlos Castaño se decanta por materiales textiles o texturas que transpiren: «Si te vas a pasar el verano trabajando con el ventilador al lado, vas a pegarte como el velcro.»
Álex Soria sigue por esa línea: «el tejido debe ser transpirable, hipoalergénico y que no resbale.» Por su parte, Amaia se refiere a la dureza de los materiales, que no deberían ser ni muy acolchados ni muy rígidos: «Tiene que ser algo intermedio, como las almohadas«.
Qué modelos nos recomiendan los expertos
Moisés Giménez aboga por asientos que nos obliguen a estar activo y no simplemente a dejarnos caer, por ejemplo una pelota de fitball (11,99 euros):
El Dr. Leon Straker dijo una vez que su asiento ideal sería el banco de madera de una iglesia, porque te obliga a no permanecer más de media hora sentado. Siguiendo esta línea voy con una pelota de fitball, que aunque no es la panacea, induce mejoras en pacientes con patología. Eso sí, tiene los inconvenientes de disconfort y pérdida de equilibrio. Pero no tendrás problemas a la hora de hacer tareas.
Otra recomendación de Giménez son las sillas sin respaldo con apoyo en las rodillas, una idea a la que se suma Carlos Castaño, que nos explica: «Con estas sillas estás entrenando todo el rato las lumbares. Si no tienes dolores y ni sobrepeso, es una alternativa interesante para entrenar y educar la postura. Pero para personas con patología o una buena barriga pueden ser una tortura. En el mercado encontramos modelos que van desde los 79 euros hasta más de 300 euros, que me parece mucho para lo que son. Pero aquí deberemos prestar especial atención a cuánto peso soportan.»
Como consejo general, Castaño apuesta por no invertir demasiado en una silla: «algo que te guste, que sea cómodo y que se ajuste al estilo de tu oficina». Con esa premisa, nos cuenta cuáles han sido sus elecciones personales para su día a día, teniendo en cuenta su experiencia profesional y el uso que les da:
En casa tengo la Vagsberg (69,99 euros) para pintar sobre un escritorio grande. Cuando quiero hacer tareas de precisión como jugar, dibujo vectorial y maquetación, me cambio a la Renberget (49,99 euros) y en el trabajo, tengo al lado de la camilla el taburete Kullaberg (39,99 euros).
Tres propuesta de la sueca IKEA en la que curiosamente no se incluye la silla Markus (169 euros), uno de los modelos más populares entre las sillas de oficina.
Amaia también nos ofrece algunas alternativas simples y otras más completas, pero también mayor precio: «He estado mirando que hay en el mercado y definitivamente me quedo con dos. No son baratas pero merecen la pena porque permiten ajustar absolutamente todo. Se trata de la Aeron de Herman Miller (665,50 euros), que además es transpirable, y la Steelcase Please II (339 euros). Otra opción que me parece interesante si buscamos algo más ajustado es la Yale (68,99 euros), una silla básica transpirable que permite una buena postura integral que cumple requisitos como ser regulable en altura, ser basculante y disponer de reposabrazos.»
Álex Soria repasa con frecuencia qué sillas de oficina hay en el mercado para su trabajo y tiene clara cuál es su favorita:
«Me quedo con la TNK Flex (478 euros) de Actiu con cabecero. Es regulable a todos los niveles: altura, profundidad, reposabrazos (en altura y profundidad) y altura de la curva lumbar. Respeta la cifosis natural del segmento dorsal de la columna y presenta también un cabecero ajustable en todos los planos. «
Nota: algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores.
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La noticia
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Xataka
por
Eva Rodríguez de Luis
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