La guerra global por subir los impuestos a los gigantes tecnológicos
La «ingeniería fiscal» que realizan muchas multinacionales no es algo nuevo y se lleva décadas hablando de ello. El problema es que no hay una forma óptima de solucionarlo, es muy difícil saber dónde debe pagar impuestos una empresa que investiga, desarrolla, fabrica y vende en sitios distintos.
Pero muchos países han llegado a la conclusión de que la facilidad que tienen los gigantes tecnológicos para mover sus beneficios y pagar impuestos exclusivamente donde son más bajos es excesiva. Y por tanto se ha declarado una guerra global para subir los impuestos a estas empresas.
¿Cuál es el problema?
Una multinacional opera en varios países. En principio, y según las normas internacionales, debería tributar en su país de origen, pero siempre había algo de tributación en el país donde se vendía la mercancía: tiene empleados, distribuidores y/o una estructura que conlleva gastos (y por tanto pago de impuestos).
Sin embargo con las empresas tecnológicas la cosa cambia. Son capaces de vender en todo el mundo sin una gran estructura de filiales. Incluso Apple, que es una empresa que fabrica hardware, es capaz de centralizar de forma muy eficiente sus operaciones.
El sistema tributario de sociedades tradicional dice que hay que pagar impuestos por los beneficios. Pero estas empresas, con sedes en múltiples países, pueden desviar los beneficios allá donde les convenga.
Por ejemplo, si Google vende un anuncio en España, ¿cuál es el beneficio real? Al final Google ha tenido que gastar un dinero en desarrollar tecnología en EEUU, y su filial española tiene que pagar por estos servicios (seguramente a Google Irlanda, que a su vez paga a Google EEUU). Los mecanismos para dejar los beneficios a prácticamente cero en España son fáciles de implementar, por mucho que las Haciendas de los países investiguen si los precios de transferencia entre filiales son los adecuados o no.
¿Qué se está proponiendo?
Muchos países se han cansado de esta situación, ya que ven como hay empresas que operan en sus territorios con cifras de negocio millonarias pero que apenas pagan impuestos. Y como evitar el desvío de beneficios es complicado se centran en algo que es difícil de ocultar: las ventas.
En el sistema tributario de sociedades tradicional fija un impuesto exclusivamente al beneficio. Si una empresa gasta 1000 e ingresa 1200, tendrá un beneficio de 200, y seguramente pague un porcentaje de impuestos sobre estos 200.
Lo que se propone ahora es que las grandes empresas tecnológicas, aparte de este impuesto sobre el beneficio, paguen un impuesto por los ingresos. En el ejemplo anterior sería un porcentaje sobre los 1200 de ingresos. El porcentaje, claro está, sería menor que los que se aplican sobre los beneficios. Se habla de un 1-3%, frente al 20-35% que suele gravar a los beneficios.
¿Quién propone este nuevo impuesto?
Son varios los países que quieren aplicar algo similar. El principal valedor de esta medida es la Unión Europea, que baraja un impuesto del 3% a los ingresos de las compañías tecnológicas extranjeras. No está claro cuáles serán los criterios para aplicar este nuevo impuesto, pero parece que cualquier servicio digital o de economía colaborativa estaría afectado (Google, Facebook, Airbnb, Amazon, etc.)
Pero la UE no es la única que está estudiando un impuesto similar. El Reino Unido baraja uno del 2%. Y países como Corea del Sur, India, México o Chile tienen sus propios planes. Está claro que la UE ha sido la primera en proponer una solución a los problemas impositivos y el resto van a seguirla.
De hecho, se está contemplando una solución armonizada dentro de la OCDE para que no haya diferencias entre países. Las empresas tecnológicas quieren que haya esta armonización, pero los países sospechan que es para retrasar las medidas, así que algunos (como Reino Unido) ya han anunciado que aplicarán su impuesto en 2020 incluso si no hay consenso dentro de la OCDE.
Por supuesto, EEUU está en contra de todas estas medidas ya que cuenta con la mayor parte de las empresas tecnológicas del mundo. Sin embargo la administración Trump no se lleva bien con este tipo de empresas y algunos se quejan de que no está defendiendo bien sus intereses en la arena internacional.
¿Podría afectar a empresas españolas?
Sí y no. Por un lado es cierto que España tiene empresas tecnológicas con gran presencia internacional, como Telefónica. Está por ver si este tipo de empresas se verían afectadas por esta tasa digital, ya que suelen ser empresas más tradicionales con estructura en los países en los que operan y que además pagan impuestos allí donde se obtienen (o al menos en España no pagan por dichos beneficios)
Por tanto no está claro que estas medidas vayan a afectar a las empresas españolas. Lo que sí está claro es que aumentará la recaudación del fisco: las grandes tecnológicas americanas (Google, Facebook, Amazon, Apple) pagarán más impuestos. Incluso España anunció hace no mucho (eso sí, con el anterior Gobierno) que aplicaría un impuesto similar al que propone la UE incluso si no hubiera consenso dentro de la Unión.
Estamos ante un cambio muy importante en el sistema tributario mundial. En el futuro seguramente veamos como las empresas pasan de pagar impuestos por sus beneficios a pagarlos por sus ventas, lo cual puede ser más justo a la hora de tributar en cada sitio pero puede hacer que empresas en pérdidas se hundan del todo. Igual que en los años 1950 se vivió una revolución fiscal con la creación del Impuesto del Valor Añadido, por parte de Francia, la década del 2020 puede pasar a la historia por la creación del impuesto de sociedades sobre las ventas.
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Alejandro Nieto
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