Lo que 'Los tres cerditos' pueden enseñarnos sobre los huracanes, las casas de madera y la tecnología en general
Aterrorizados, los dos cerditos se habían metido en la casa de madera y atrancaban puertas y ventanas con todo lo que tenía a mano. El lobo, solo con la fuerza de sus pulmones, ya había destrozado la casa de paja del primero y, por el sonido como de mil ventiladores, estaba empezando a llenar sus pulmones de nuevo.
Alerta, spoilers: Ahí está, erguido en el porche, justo antes de comenzar a soplar. Y sopla y sopla. Las tablas de madera empiezan a temblar y, en poco tiempo, a salir volando lejos de la casa. Por suerte, en un descuido, los cerditos escapan y llegan a la casa de ladrillo de su hermano. Por los pelos.
¿Es que nadie enseña el cuento de los tres cerditos en las facultades de arquitectura de Norteamérica?
Está todo ahí, señores. Cuando nos encontramos con un Lobo de categoría 4 ó 5, las casas de madera hacen ‘¡Chas!’ y desaparecen de tu lado. ¿Es que nadie enseña el cuento de los tres cerditos en las facultades de arquitectura de Norteamérica? ¿Cómo es posible que en una de las grandes potencias mundiales sigan haciendo casas de madera en mitad de una zona con riesgo recurrente de huracanes y tormentas tropicales?
Nos encontramos ante un clásico. Una pregunta que podemos escuchar después de cada huracán, pero que va mucho más allá: hasta el corazón de la relación entre tecnología, cultura y sociedad.
Money, money
A poco que nos ponemos a indagar, la primera razón parece ser económica. En EEUU, construir en madera es muy barato (baratísimo) y la experiencia de usuario es muy parecida al resto de opciones. O, incluso puede llegar a ser mejor, dependiendo del clima. Así que, en general, la madera parece una buena opción.
Más aún si tienes una cantidad casi obscena de árboles. Y sí, USA tiene una cantidad enorme de árboles muy apropiados para la construcción (ej., es más fácil extraer ‘madera para construir’ del pino que de la higuera o el olivo, por ejemplo). Sin ellos, todo sería más caro complicado e ineficiente: Oriente Medio está lleno de casas y edificios de ladrillo, adobe y cemento por una buena razón.
Puede parecer una cuestión económica, pero hay mucho más detrás
Pero reducir el éxito de este tipo de casas a una simple cuestión maderera sería un error. El ahorro se va acumulando: el aislamiento de los edificios de madera era, hasta hace poco, más fácil que los de otros materiales y, por si fuera poco, como demuestran los innumerables programas de reformas de la tele norteamericana, los edificios de madera son más «flexibles» que los de obra. Los habitantes de regiones frías y con alta movilidad geográfica tendrían incentivos importantes para apostar por la madera: los estadounidenses.
Hay muchos más detalles de este tipo, pero en realidad todos depende del mismo: el hecho de que una vez desarrollado el sector de la construcción en un sentido concreto, es más fácil, barato y accesible construir casas de madera que de cemento o ladrillo.
En abundancia de carpinteros, los albañiles escasean (y son más caros). Esto es así, sí: aunque se trata de un accidente: las tradiciones constructivas y arquitectónicas son muy importantes, generan fuertes ‘path dependences’.
La casa norteamericana es una casa de madera
Es decir, las decisiones que se toman hoy en día están fuertemente influenciadas por las decisiones que se tomaron en el pasado. Y en este caso esas decisiones estuvieron influenciadas por la cultura.
Es curioso que la casa más antigua de Los Ángeles, el Adobe de Ávila de la calle Olvera, esté fabricada, como su propio nombre indica, de adobe; pero que la mayor parte de viviendas en construcción estén hechas de madera. Aún así, 7 de los 10 edificios más antiguos de Estados Unidos son de piedra, ladrillo o adobe. Los siete más antiguos, de hecho.
¿El problema? Que son edificios hispanos. O lo que es lo mismo, ajenos a la tradición arquitectónica estadounidense tal y como se ha venido entiendo. La casa anglosajona más antigua de Estados Unidos se llama Fairbanks, fue construida en 1610 y está en Dedham, Massachusetts.
Hay casas de piedra (como la casa de Henry Whitfield en Connecticut) y edificios de ladrillo (la Iglesia de Jamestown en Virginia), pero es casi indiscutible que en los frondosos bosques de las 13 colonias la casa colonial de madera se convirtió en el «ejemplo canónico» de casa a la que aspirar.
Es en buena medida una ‘inversión’ del modelo europeo donde solo las clases acomodadas tenía acceso a algo que no fuera una casa de madera. La historia de incendios de las capitales europeas (y no tan europeas) es una historia interesantísima.
La «casa norteamericana» es indiscutiblemente un determinado tipo de casa y no otro
Pese a eso, la casa norteamericana es indiscutiblemente un determinado tipo de casa. El mismo Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian tiene una sección dedicada a la historia del hogar estadounidense.
La instalación es muy sorprendente porque se trata de una casa a tamaño real colocada en una sala de exposiciones y, gracias a ella, podemos ir recorriendo la evolución de la vida cotidiana desde finales del siglo XVII hasta la actualidad. ¿Adivináis qué? La casa es de madera.
¿Están locos estamos norteamericanos?
No obstante, no se puede decir que la decisión de construir casas de madera sea irracional. Para empezar, la mayor parte de EEUU no sufren huracanes. E incluso en ‘zonas de riesgo’ los huracanes son fenómenos meteorológicos relativamente raros. Sobre todo, los huracanes que pueden comprometer la integridad estructural de una casa de madera.
Se puede vivir toda la vida en una zona de riesgo sin ver ninguno ni de lejos. Es más, las casas de madera pueden aguantar muy bien huracanes hasta la categoría 3. Para el resto, basta con una habitación reforzada sin ventanas. Eso hace que la necesidad percibida de ‘construir mejor’ se diluya y el gasto extra no compense al grueso de la población.
La tecnología que usamos nos habla menos del desarrollo técnico del mundo que de los problemas a los que nos enfrentamos
Y, sin embargo, es cierto que las «ideas canónicas» tienen un enorme impacto en la cultura popular, en las aspiraciones sociales y, como hemos visto, en el desarrollo industrial. Démosle la vuelta a la cuestión: Está más que demostrado que, en general, las estructuras de madera suelen aguantar mejor los temblores por una simple cuestión de elasticidad de los materiales.
Hay muchos ejemplos: tenemos zonas de Chile intactas tras terremotos de 7’6 o templos japoneses de más de mil años ¿Por qué nunca nos preguntamos por qué las casas del Suroeste de España o de amplias zonas de México no está hechas de madera? ¿No será que nuestra «idea canónica» de casa nos está influyendo a nosotros también?
Quizá una de las cosas más fascinantes de la tecnología es cómo impacta, deforma y reconstruye la sociedad y la cultura. Pero más interesante puede llegar a ser el porqué, a veces, no consigue hacerlo. El «cuento de los tres cerditos» es una fábula sobre que el trabajo, la calidad y la previsión. Pero también va sobre la suerte.
Si el Lobo feroz no hubiera soplado, sino que hubiera saltado alrededor para provocar temblores de tierra, posiblemente el héroe sería el cerdito de la casa de paja. No deja de ser curioso cómo la tecnología que usamos nos habla menos del desarrollo técnico del mundo que de los problemas a los que nos enfrentamos.
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por
Javier Jiménez
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