Los Chromebooks se hacen mayores, y ya no solo amenazan al portátil Windows de toda la vida
Ah, Chrome OS. Ese gran desconocido. El sistema operativo de escritorio que Google anunció en julio de 2009 y logró sacar al mercado en junio de 2011 ha mantenido durante todo este tiempo una actitud silenciosa. Estaba ahí como alternativa, pero ni la propia Google parecía querer hacer mucho ruido con esta plataforma.
Nueve años después de ese anuncio hemos visto como los Chromebooks han ido ganando cada vez más interés. Lo curioso es cómo se han transformado: originalmente considerados portátiles de batalla para estudiantes, los Chromebook que han aparecido en los últimos tiempos son más ambiciosos, pero es que Chrome OS también lo es, y quiere intentar golpear a Microsoft (y a Apple) donde más duele.
No solo portátiles de gama baja
Durante mucho tiempo los Chromebooks parecieron algo así como los sucesores de los netbooks. Equipos más pequeños, más modestos y más baratos que los que los fabricantes tradicionales ofrecían basados en Windows.
Aquella tendencia sirvió para impulsar su uso en entornos educativos. En países como España esa presencia es reducida, pero la cosa cambia por ejemplo en Estados Unidos, donde Chrome OS y los Chromebooks son una alternativa muy valorada.
Es lo que reflejan los datos de FutureSource Consulting, que en un informe del pasado mes de marzo indicaba cómo la cuota de Chromebooks en el sistema educativo de Estados Unidos era brutal. En la parte izquierda de la tabla se ve cómo más de la mitad (59,6%) de los «PCs móviles» eran dispositivos Chrome OS**.
En el resto del mundo esa cifra es muy inferior y en el cuarto trimestre de 2017 esa cuota era del 8,7%, y fuera de Estados Unidos Windows domina este mercado con solvencia.
Es allí donde una tendencia parece ser cada vez más clara: quienes han crecido educándose con estos portátiles, que habitualmente eran de gama baja, se han acostumbrado a ellos. Y eso significa que puede que en el futuro quieran trabajar solo con este sistema operativo, pero en máquinas más potentes. Y aquí llegamos al meollo de la cuestión.
El Chromebook se hace mayorcito
En la feria IFA hemos visto cómo fabricantes como Lenovo sacaban al mercado sus Yoga Chromebook, un equipo convertible que ya tiene poco que envidiar en construcción y hardware a convertibles Windows.
Dell también quiso aprovechar la feria de la informática celebrada en Alemania para renovar varios de sus equipos, y entre ellos presentó el Chromebook 14 2-in-1, un convertible algo menos ambicioso que el de Lenovo pero que también da un salto desde anteriores lanzamientos.
En los dos casos, como indicaban en Ars Technica, se intuye un cambio de aires para la plataforma de Google, que se hace mayor y quiere satisfacer las necesidades de quienes quieren Chromebooks de gamas más altas.
Es cierto que Google fue la primera en demostrar que esos equipos podían tener sentido. Sus Chromebook Pixel de 2013 y 2015 fueron sustituidos por los llamativos Pixelbook, equipos que parecían mucho más propios de usuarios de plataformas de escritorio clásicas como Windows o macOS que de Chrome OS.
Tanto ese portátil basado en Chrome OS como los recién presentados por Dell o Lenovo demuestran que ya podemos elegir Chromebooks más ambiciosos, más potentes y que no tengan ya esa personalidad de «portátiles para el cole». Los Chromebooks quieren ser más que eso.
Chromebooks que van más allá de Chrome OS
Lo cierto es que a la plataforma de escritorio de Google le está pasando algo peligroso. Está perdiendo parte de su personalidad para abarcar más ambitos y así tratar de atraer a nuevos usuarios.
De hecho desde hace tiempo los Chromebook permiten la instalación y ejecución de aplicaciones Android, algo que los hace especialmente interesantes con esos nuevos equipos convertibles con pantallas táctiles. No todas las aplicaciones y juegos Android están adaptadas a las pantallas de estos equipos, desde luego, pero ese soporte empieza a ser cada vez más interesante.
Esa no es la única opción: el soporte nativo de Linux permitió desde los primeros tiempos dar el salto a una experiencia de escritorio Linux con Crouton —nuestros compañeros de Genbeta explicaban cómo en vídeo—.
Ese soporte ha crecido con distribuciones Linux como GalliumOS especialmente diseñadas para ser utilizadas en los Chromebooks, pero además ya esposible instalar y utilizar aplicaciones Linux de forma nativa en Chrome OS.
Ese soporte de Linux podría verse acompañado próximamente de una alternativa más, porque se habla de que Google planea tener su propio ‘Boot Camp’ para ofrecer arranque dual con Windows y que los usuarios de estos Chromebooks puedan, si lo necesitan, trabajar indistintamente con uno u otro sistema operativo eligiéndolo durante el inicio.
Esa versatilidad puede hacer que los equipos basados en Chrome OS sean más versátiles, pero también hace que las ventajas con las que nacieron estos equipos —gestión mínima, seguridad notable— disminuyan en relevancia al introducir nuevas herramientas y modos de trabajo que también pueden generar nuevas amenazas y conflictos en la experiencia de usuario.
Los Chromebooks como vendedores de servicios de Google
La otra gran pata de esa tendencia es la que hace que los Chromebooks «nos vendan» el ecosistema de servicios de Google. Cuando utilizamos un equipo con Chrome OS lo hacemos asumiendo que aprovecharemos varias aplicaciones y servicios nativas de serie.
Chrome como navegador, Gmail como servicio de correo, Google Docs para trabajar con documentos ofimáticos, Google Drive para almacenamiento en la nube o Google Maps como servicio de mapas son algunas de esas propuestas que funcionan desde el primer momento y que simplifican el flujo de trabajo de los usuarios.
Eso, claro, plantea una amenaza especial para Microsoft, que desde hace tiempo comercializa sus propias alternativas con ese mismo modelo de suscripción. Office 365 o Google Drive podrían verse un poco en peligro.
Quizás no a corto plazo, pero sí a medio plazo, cuando esos usuarios que llevan años utilizando Chromebooks en el colegio acaben luego no queriendo dejar ese entorno de trabajo cuando dejan el colegio y empiezan a trabajar.
Incluso las empresas podrían acabar adoptando estos ecosistemas para trabajar, y aunque de momento el éxito de los Chromebook se centra en Estados Unidos —la cuota de mercado de Chrome OS a nivel global es muy reducida—, este tipo de máquinas más ambiciosas podrían plantear un giro en los acontecimientos.
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Javier Pastor
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