Los universitarios que han creado un coche de carreras eléctrico desde cero
¿Participarías en el desarrollo y la construcción, desde cero, de un coche de carreras eléctrico sabiendo que no vas a recibir ni un solo euro de compensación?
Un grupo de estudiantes de la Universidad de Comillas lo ha hecho, sacando horas los fines de semana durante el pasado curso escolar y haciendo la puesta a punto del monoplaza durante el mes de agosto. ¿La recompensa? “El puro aprendizaje, tanto a nivel técnico como humano”, asegura Juan Díaz Arteaga, Presidente ICAI SpeedClub, la asociación de este grupo de futuros ingenieros. «Y el ver cómo se hace realidad un proyecto que has dibujado en un papel. Es como ver un hijo«.
Quizá por eso, este estudiante asegura que, para él, lo más complicado es motivar a otros colegas de la Universidad para que se sumen y participen en el proyecto. Todos los estudiantes que forman parte de este proyecto se distribuyen las tareas que conlleva una entidad de estas características. “A mí me toca la parte de gestión y lo que me ha resultado más complicado es motivar a la gente sin que se vean penalizados en sus estudios”, explica Díaz Artega.
Primero el estudio, luego el coche
Este grupo de estudiantes ha trabajado en este proyecto casi por amor al arte. Es decir, no reciben compensación económica alguna y han tenido que trabajar en este monoplaza sin que interfiriera en sus estudios. De hecho, ésa es una de las primeras normas que se autoimponen todos. “Este proyecto no nos tiene que distraer de los estudios, porque estos tienen que ser lo primero”, insiste el presidente del club. “Tenemos que aprobar las asignaturas. De hecho, ha habido mucha gente que se ha metido en el club y lo tenido que dejar porque no llegaban. Personalmente, prefiero que me lo digan y distribuir las tareas a pensar que luego eso les puede penalizar en sus estudios”, señala Díaz Arteaga.
Primero fabricaron una moto de combustión. Este año apuestan por motores eléctricos en moto y monoplaza
Así pues, por las mañanas acuden a la universidad mientras que las tardes se dedican al estudio. “Por por la tarde noche o los fines de semana es cuando nos dedicamos a esto”, aunque en épocas en las que hay más carga de trabajo “nos dedicamos casi exclusivamente a esto”.
El objetivo es complementar con una experiencia práctica la formación teórica recibida, siendo una primera toma de contacto en proyectos reales de ingeniería para estudiantes de la Universidad. Evidentemente, muchos de estos estudiantes ya mostraban una pasión por el mundo del motor, pero el llevar a la práctica parte de los conceptos adquiridos en las clases también actúa como punto de apoyo.
Juan Díaz Arteaga nos asegura que en Comillas hay muchas prácticas, pero que hay una diferencia notable entre esta oferta de la Universidad y lo que están haciendo ellos: mientras que en la mayoría de las prácticas universitarias “te limitas a seguir un guión, no tienes que pensar tú ni partir de cero”, en estos trabajos todo ha sido ideado por los estudiantes. “Ver que una cosa que has diseñado tú pasa del papel a la realidad es como tener un hijo”, asegura Díaz Arteaga.
El sueño de participar en Formula Student
El objetivo de estas horas de dedicación era participar en la Formula Student, una competición en la que diferentes estudiantes de ingeniería de todo el mundo compiten en el diseño, desarrollo, construcción y conducción de monoplazas.
En esta competición de estudiantes de ingeniería, los equipos son evaluados no solo por la carrera y la posición en la que acaben, sino también por su respuesta a las pruebas estáticas o dinámicas. Además, también se tiene en cuenta el desarrollo del modelo de negocio de los equipos.
Es decir, que los grupos de estudiantes tienen que presentar un plan de negocio como si fueran a fabricar de verdad mil coches como el presentado en la competición, detallando el análisis de los costes de cada proceso.
Estos estudiantes solo cuentan con un profesor como tutor para resolver dudas
De hecho, estas partes suponen la mitad de la puntuación de la competición. Así, se evalúan los trabajos de diseño, de plan de negocio, de producción en serie… Los equipos deben presentar un proyecto como si quisieran montar una empresa de verdad para fabricar el coche.
En Formula Student se presentan tanto coches de combustión como eléctricos. Este grupo de estudiantes apostaron por un modelo eléctrico, dado que ya tenían algo de experiencia en carreras similares pero de motos (también eléctricas).
Estas competiciones son a nivel mundial y participan universidades de varios países. Hay competición de motos (se celebra todos los años) y de coches (cada dos). Y para que nos podamos hacer una idea del nivel de la competición, Díaz Artega nos cuenta que los equipos más punteros tenían hasta gente que les preparaba la comida (un “kitchen group”).
La idea de dos amigos que acabó en monoplaza
Cabe explicar que el ICAI SpeedClub es una asociación que surgió de la idea de dos amigos estudiantes de ingeniería de la Universidad de Comillas, quienes querían ir un paso más allá de la oferta de su centro para realizar proyectos de ingeniería.
Los estudiantes son evaluados por todo el proyecto realizado: desde el diseño a las respuestas técnicas, el plan de negocio y los resultados de carrera
Aquella conversación acabó convenciendo a otros 20 o 30 estudiantes en 2015 y juntos crearon esta asociación. “Había muchos proyectos investigación dentro de la Universidad, pero nada práctico en la que los alumnos podamos cacharrear y complementar la información que se da en la universidad”, explica Díaz Arteaga. Así fue como estos dos ya ex alumnos tuvieron la idea de crear esta asociación, en la que el actual presidente empezó como un alumno más.
El primer proyecto en el que trabajaron fue una moto de gasolina en 2016. Este vehículo participó en competiciones similares. Esta experiencia les motivó a dar el paso para idear y fabricar un coche y una nueva versión de la motocicleta, esta vez también eléctrica. “Es una manera de fomentar la movilidad eléctrica y la innovación”, asegura Juan Díaz Arteaga, quien adelanta que esta asociación estudiantil está inmersa el desarrollo de proyectos de innovación relacionados con la industria 4.0.
En la decisión de intentar también fabricar un coche eléctrico influyó el hecho de que, tras esa experiencia con la moto de combustión, muchos otros estudiantes se animaron «de golpe» a formar parte de la asociación. «Empezábamos a ser un grupo importante de gente creíamos que se podían sacar algunos proyectos adicionales», explica Arteaga. Además, «una de las quejas que hubo en la primera versión de la moto (de combustión) es que había gente de las ramas eléctricas que quería meterse en el proyecto y fomentar la movilidad eléctrica que no podía».
Futuros ingenieros y un único tutor
Esta asociación SpeedClub está gestionada únicamente por estudiantes (desde segundo de carrera hasta el máster). En estos momentos están involucradas cerca de 76 personas, la mayoría de ellos ingenieros industriales, aunque también hay algunos telecos. Dentro de la rama industriales, hay diferentes especialidades: electrónicos, eléctricos y mecánicos. Además, también cuentan con la participación de los estudiantes de la otra facultad de la universidad de Comillas (ICADE), para ayudarles en la contabilidad, gestión, tesorería y aspectos legales del proyecto.
Estos estudiantes cuentan únicamente con la ayuda y supervisión de un tutor, al que le van contando cómo va el proyecto y, en caso de problemas, poder tener su consejo. No obstante, Díaz Arteaga subraya que la Asociación “la hemos formado nosotros. La Junta Directiva y los productos los llevamos nosotros. Lleva mucho curro de fondo porque hay que complementarlo con el estudio”.
Cuando un fallo de última hora te impide participar en la carrera
La competición de Formula Student se celebró a finales de agosto en Montmeló (Barcelona). Para preparar la competición, estos estudiantes estuvieron todo el mes de agosto ultimando la puesta a punto de el coche. Pero, como en las mejores películas, un fallo de última hora se interpuso en el camino.
Según nos explican estos estudiantes, una semana antes de la competición, al probar la transmisión eléctrica se produjo un problema con el inversor y se quemó la resistencia. «Se trata de una pieza cara que tarda un mes en llegar», por lo que resultaba imposible poder realizar la carrera. Como se puede ver en la foto, el equipo compitió, pero el coche tuvo que ser empujado por los estudiantes porque este fallo le impedía funcionar.
Pero, como hemos visto antes, la carrera no lo es todo. Así, aunque este fallo impidió que el coche de estos estudiantes pudiera correr en Montmeló, este grupo de futuros ingenieros sí pasaron las denominadas pruebas estáticas, en las que se evalúa el diseño del monoplaza y el plan de negocio realizado. La valoración obtenida ha sido tal que la nota obtenida es mejor que la de algunos equipos universitarios que sí pudieron hacer la carrera, acabando incluso en mejor puesto en la clasificación final.
De hecho, en Formula Student es normal que muchos de los equipos no puedan correr por el circuito. De los 36 equipos que se presentaban este año, solo 16 pudieron hacer las pruebas dinámicas en el circuito. Juan Díaz Arteaga, Presidente ICAI SpeedClub, saca pecho: «Solo de los 3 equipos que participábamos éramos novatos. Y nosotros quedamos los primeros».
Aunque con la triste sensación de que su criatura no haya podido correr, los estudiantes tienen un buen recuerdo de esta experiencia. Además, según nos cuenta José Antonio Fernández, Team Leader del proyecto, en la evaluación de estas pruebas estáticas han recibido muchos y buenos comentarios. Incluso les han asesorado sobre los posibles fallos y aciertos en el diseño de su monoplaza. Tanto que, aunque en un primer momento los estudiantes pensaban competir con este mismo coche el año que viene, este curso 2018-2019 apostarán por un nuevo diseño. «En la competición nos recomendaron hacer un coche más pequeño, así que vamos a empezar otra vez de nuevo», relata Fernández.
Y aunque en principio los 15 estudiantes más implicados en el proyecto del coche eléctrico pensaban abandonar esta iniciativa y dejar paso a nuevos estudiantes, lo cierto es que, salvo uno que se marcha a estudiar fuera, el resto piensa seguir adelante y participar, de nuevo, en la carrera de 2019 con el objetivo de, esta vez sí, hacer que el monoplaza recorra el asfalto de Montemló.
¿Y el dinero para fabricar esto?
Además de diseñar todos los planos y componentes de este coche y moto eléctrica, los estudiantes son los encargados de tener que fabricar el monoplaza.
Para hacerlo, están apostando tecnologías como la fabricación en impresoras 3D. De hecho, hay unas piezas dentro de la moto que, para probarlas, se imprimieron en 3D para comprobar que encajaban. Así, a la hora de mandarlas a fabricar se tiene la seguridad de que las partes están correctas. “Fabricar no es barato, así que todo aquello que se puede imprimir intentamos hacerlo”, explica Díaz Arteaga. Es más, habrá piezas funcionales que también estarán realizadas en impresión 3D.
La pregunta parece obvia. ¿De dónde sacan el dinero para fabricar este coche y esta moto? “El otro gran reto es buscar la financiación para poder armar y contar con los materiales”, reconoce el presidente del club.
En este caso, cuentan con la colaboración de Iberdrola, que cuenta con un programa para fomentar estos proyectos de ingeniería. En total, la eléctrica destina 70 millones de euros a estas iniciativas, aunque ni Iberdrola ni SpeedClub nos han querido aclarar el montante real que se está destinando al proyecto de Comillas.
Lo que sí nos aclara Juan Díaz Arteaga es que tuvieron que presentar su idea a Iberdrola para buscar esa financiación. “El presidente apostó por ella porque le gustó mucho. A raíz de eso nos han financiado económicamente y, además de esta ayuda económica, tenemos mucha colaboración directa de soporte y ayuda en temas técnicos o de cualquier tipo”, asegura este estudiante.
¿Cómo se tomó la compañía el fallo de última hora que les impidió correr? ¿Pone eso en peligro el patrocinio para el próximo año? «El departamento de innovación de la compañía sabía que era un proyecto de riesgo. Y estuvimos todo el verano en su campus tecnológico trabajando en el monoplaza, así que nos apoyaron en todo momento», sentencia Díaz Arteaga.
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por
Arantxa Herranz
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