Por qué no "oímos el silencio" ni en el lugar más silencioso de la Tierra y cómo esto inspiró una obra musical
Si nos paramos a pensar un poco en el ambiente que nos rodea, en nuestras 24 horas, quizás nos demos cuenta de algo: el silencio es una especie en peligro de extinción. Y como nos encanta lo de superar retos, hemos llegado a construir el lugar más silencioso de la Tierra, con su récord Guiness, pero ni ahí dejamos de oír sonidos.
Con el avance tecnológico y el desarrollo de nuevos materiales, hemos avanzado mucho en el aislamiento acústico. La insonorización en edificios no es algo extraño y muchos auriculares de la actualidad tienen cancelación de ruido, que si bien ninguna de ambas hace milagros cuando se trata de ruidos como esa (tan siempre oportuna) reforma del vecino o el de la maquinaria pesada, sí consiguen mitigar esa contaminación acústica.
Y hay lugares diseñados específicamente para aislar el máximo ruido posible, más allá incluso del que somos capaces de percibir. Veamos cuál es el lugar que se lleva los laureles por silencioso y por qué, ni allí, podemos estar en paz.
Qué es el silencio (versión rápida para dummies)
Antes de meternos en ese lugar tan aparentemente pacífico, nos pararemos sólo un poco para definir términos con una microdosis de física, de modo que entendamos ya lo difícil que es estar en silencio absoluto (aunque a veces nos parezca que lo estamos). Sin términos complejos ni fórmulas, más bien en plan «Xatakapedia» como a veces hacemos para atajar temas científicos de manera amena.
Así, por una parte el silencio es la ausencia de sonido por definición, y por otra el sonido es la propagación de una onda mecánica a través de un medio generada por la vibración de un cuerpo. El oído es capaz de transformarlo en onda mecánica a partir de las oscilaciones de presión del aire, enviándolo al cerebro debidamente (en forma de impulso nervioso).
Es decir, el sonido es posible con la existencia de medios físicos (sólido, líquido o gaseoso), pero no puede propagarse en el vacío (como sí pueden hacer otros tipos de ondas). De ahí que sea tan complicado experimentar un silencio real, o que encaje en lo que físicamente significa eso.
Así, la intensidad del sonido se mide en decibelios, siendo una escala exponencial (como la Richter para terremotos, es decir, que no es lineal y que cada aumento de 10 decibelios indica que es 10 veces más intenso). El oído humano tiene el límite de audición en torno a los 0 decibelios, y para todo lo demás están los instrumentos de medición, que pueden detectar el sonido a escalas negativas, como los -24 decibelios a los que «suena» el choque de las moléculas de aire.
El silencio más silencioso de todos está en Redmond, como las Surface o las Xbox
Además de suponer un tipo de contaminación, el ruido se ha de aislar también para comprobar dispositivos como antenas. Para ello las empresas construyen espacios en los que tratan de aislar el sonido al máximo, llamadas cámaras anecoicas.
¿Qué es una cámara anecoica? El lugar idóneo para comprobar a qué suena el silencio real (aunque suene a oxímoron). Son espacios formados por paredes que absorben todas las ondas sonoras y las hacen rebotar (como una pared normal). A su vez, las paredes están aisladas del exterior, de modo que en su interior se emulan las condiciones acústicas que se darían en ausencia de cualquier reflexión por ondas acústicas.
En la actualidad existen numerosas de estas cámaras, pero la que se lleva el reto de cámara más silenciosa de todas es la que construyó Microsoft en su Building 87 en Redmond (Washington). La cámara se llevó el récord del lugar más silencioso del mundo en 2015, alcanzando los -20,6 decibelios, según explican en BBC.
Diseñarlo costó unos dos años y en la práctica se trata de una especie de búnker con seis capas de cemento que integra en su interior la cámara, la cual se encuentra flotando sobre 68 amortiguadores montados sobre su propia losa de cimientos. Es decir, la cámara no tiene un contacto directo con el edificio exterior, según explicaba Hundraj Gopal, ingeniero de Microsoft que dirigió su construcción.
Lo que se oye en el lugar más silencioso del mundo
Espera, ¿cómo que lo que se oye? ¿No era el silencio la ausencia total de sonido? Sí, y en estas cámaras se logra realmente ese aislamiento y esas mediciones negativas de decibelios que nuestro humano oído no puede percibir, pero nos encontramos con un problema también muy, muy humano: nuestro cuerpo.
Explicaba Gopal en el artículo de BBC que de vez en cuando los visitantes de las instalaciones no soportan estar más de unos segundos en la cámara y que incluso se llegan a sentir algo mareados. Esto, según el psicólogo Peter Suedfeld, se debe a que la deprivación total del sonido requiere una adaptación, igual como la de la luz, y esto puede crear algo de ansiedad.
Pero lo que se encuentran estos visitantes son sus propios sonidos, es decir, el ruido que producen las funciones corporales y que habitualmente no percibimos. No hablamos de las pulsaciones, las cuales son intensas y que según sensibilidad no es raro percibirlas (por ejemplo, al irnos a dormir), sino del ruido de las articulaciones al movernos o incluso de los nervios.
De ahí que para algunas personas sea una experiencia rara o cree esta ligera ansiedad, aunque la audición de los sonidos propios depende de nuestra anatomía. Habrá quien al entrar en esta cámara los pueda oír más, pero si se padece de tinnitus pulsátil la audición de nuestros propios sonidos es constante.
La inspiración para componer el silencio
Cuentan que John Cage se acabó de inspirar en una cámara anecoica para una de sus composiciones más conocidas, llamada 4’33». Al autor se le conoce también como el «compositor del silencio», dado que eso es lo que contienen las partituras de la pieza según él, y el título corresponde a la duración exacta que considera el propio Cage que es necesaria para que cambiemos la mentalidad y que oigamos un silencio que en realidad no será acústico, sino conceptual.
Tras entrar a una cámara anecoica, John Cage determinó que la única manera de no percibir sonidos es, literalmente, la muerte
Cage visitó la cámara anecoica de la Universidad de Harvard en 1951 esperando escuchar el silencio (aunque siga sonando a contrariedad). ¿Y qué escuchó? Según reportó el periodista Donald Jordan, Cage determinó que la única manera de no percibir sonidos es, literalmente, la muerte, habiendo oído los sonidos que el propio cuerpo produce.
He oído dos sonidos: uno alto y uno bajo. Cuando se los describí al ingeniero que había a cargo [de la cámara], me informó de que el alto era mi sistema nervioso trabajando y el bajo era la circulación de mi sangre.
De ahí que el autor concluyese que para él el silencio no era acústico, sino ese cambio de mentalidad al que nos referíamo antes, y esa duración de 4 minutos y 33 segundos es la que consideró perfecta para que lo que oyésemos fuesen los ruidos del mundo durante este lapso de tiempo.
Imagen | Freepik
En Xataka | Esta es la canción silenciosa que dura 10 minutos y que lo está petando en iTunes
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Por qué no «oímos el silencio» ni en el lugar más silencioso de la Tierra y cómo esto inspiró una obra musical
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Anna Martí
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