'Spider-Man – Un nuevo universo' es una de las mejores películas de superhéroes de la historia, y estas son nuestras razones
Aquí no somos nada amigos de absolutismos acríticos, pero de lo que sí que somos muy fans es de venirnos arriba cuando algo nos entusiasma, y ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es de esas películas que, si estás en la sintonía adecuada, es sencillo que te vuele la cabeza. Parece teledirigida directa al corazón de aquellos a quienes las peripecias cósmicas de Marvel les parecen demasiado aparatosas, y los palos de ciego de la mayoría de las producciones DC les suenan a erráticas o a excesivamente solemnes.
‘Spider-Man: Un nuevo universo’ no solo está en un equilibrado punto intermedio, sino que sin esfuerzo aparente triunfa donde películas del género más pagadas de sí mismas se estrellan sin remisión, a veces porque tienen que hacer demasiadas concesiones a universos que no se acaban nunca, en otras ocasiones porque están demasiado pendientes de éxitos previos (y de esto no se libran ni el Universo DC, aún intentando clonar la chispa del Batman de Nolan, ni el Marvel, erre que erre con guiones clónicos de la estructura de la primera ‘Vengadores’)
Esta nueva ‘Spider-Man’ es un refrescante soplo que, además, acude desde una direccion inesperada (o no: es que ‘Spider-Man: Homecoming’ ya era un soplo de aire fresco entre tanto guantalete cósmico), y eso redobla su valor. Así que nos calzamos la capucha y nos ajustamos los lanzarredes para responder a la pregunta del millón. Oquéi, ‘Un nuevo universo’ es buena, pero… ¿es tan rematadamente buena como para dejar en evidencia al resto del cine superheroico?. Estas son algunas de sus virtudes.
Triunfa al proponer héroes alternativos
Que es el planteamiento principal de la película. La idea de un Spider-Man nuevo, juvenil, ajeno a las peripecias mil veces contadas acerca de Peter Parker, que aquí se convierte en desastrado mentor del chaval, es arriesgada sobre el papel: Morales es un adolescente que tiene poderes arácnidos poco después de la muerte de un perfecto Spider-Man en su mundo. Pero pronto se encuentra con una serie de Spider-Men (y Women) procedentes de universos alternativos, incluido un nuevo Peter Parker.
Cada uno con una personalidad definida hasta el punto que es fácil imaginar películas independientes protagonizadas por cada uno de ellos (arrojamos dinero a la pantalla de pensar en ese Spider-Man Noir interpretado por Nicolas Cage con chistes constantes sobre cubos de Rubik y abofetear nazis), juntos forman un grupo improbable pero coherente, donde no se pierde el tiempo ni con procesos de adaptación ni con conflictos artificiales. De algún modo, ser todos Spider-Man los hermana de forma natural y comprensible, y podemos saltarnos todos los aburridos preámbulos y pasar a lo que queremos ver: gente Spider-Man haciendo cosas de gente Spider-Man.
La acción es frenética
Es obvio que una película de superhéroes sin buenas secuencias de acción no es nada. Al fin y al cabo es gente que se pone una careta y la ropa interior por fuera como coartada para zurrarle al prójimo. Normal que alguien te devuelva las tortas, que te persiga el orden y la ley y que, en general, todo sean artes marciales, empujones y caídas al vacío. Es lo primero que la gente alababa de las películas de Raimi: había clavado los movimientos de Spidey en las peleas. Y es el «pero» que la gente sigue encontrándole, por ejemplo, a los Batman de Burton: funciona todo menos la acción.
Una película de superhéroes se lo debe todo a sus secuencias de acción y ‘Un nuevo universo’ triunfa en ese apartado: variadas, frenéticas, haciendo un perfecto uso del ritmo, los espacios y las características de sus héroes. Se permite introducir humor y emoción, y detalles de tebeo como onomatopeyas escritas en la pantalla. Conducen la acción y la hacen progresar en vez de interrumpirla (ay, cuánto tiene que aprender Marvel aún de eso), como en una buena película de kung fu. Y como guinda, el clímax final no es ese aturullamiento de excesos CGI que se ha cargado, invariablemente, todas las películas DC -salvo ‘Aquaman’-, sino un espectáculo visual claro, coherente y con intención dramática. Mejor imposible.
El humor es exquisito
De la parodia surreal al chascarrillo adolescente, el humor vertebra ‘Un nuevo universo’ y le da su rasgo más personal. Y aunque en realidad no me importe lo más mínimo, me atrevería a decir que los fans fatales de las ficciones superheroicas que entienden como una afrenta películas como ‘Iron Man 3’ o ‘Thor: Ragnarok’ por su tono desenfadado no van a encontrar tan ofensivo el estilo ligero y casi desvergonzado de ‘Spider-Man: Un nuevo universo’.
El motivo es que aquí no hay una parodia o desmitificación tan agresiva de la idea superheroica, sino humor generado por los propios personajes y las situaciones. Desde los absurdos chistes daltónicos de Spider-Man Noir a los trompazos cartoon de Spider-Ham, todo entra dentro de la (disparatada) coherencia de los multiversos. Esta película no rompe la cuarta pared: su humor puede ser absurdo, pero se mantiene dentro de la ficción, lo que lo hace más digerible por los fans. Por lo demás, el timing de los chistes, su calidad y sofisticación es totalmente pasmosa.
Estéticamente es revolucionaria
Un adjetivo que se usa demasiado a menudo, pero creednos: hay un antes y un después de la estética de esta película. Contaban sus responsables que han efectuado un meticuloso sistema de «empeoramiento» de la imagen (usando técnicas a veces analógicas) para darle una personalidad única, y lo cierto es que el resultado deja con la boca abierta: sombras hechas con tramas, imitando comics de los ochenta, recursos visuales como viñetas en pantalla y una animación que pese a ser íntegramente CGI, está manipulada para que no sea tan fluida como la de una película de Pixar.
Eso le da un toque «analógico» que no solo recuerda a la animación tradicional, sino que conduce a la presencia física de los comics clásicos, impresos en papel real. Un inteligentísimo (y altamente sofisticado) sistema para que los personajes tengan una presencia corpórea, tangible. Y que la película literalmente no se parezca a nada. A eso se suma el delicioso diseño, claramente dependiente del estilo «dibujado» de los comics (esos bordes abocetados), pero con una personalidad única, más allá de una simple traducción de viñetas a la pantalla.
Transmite la esencia del personaje
Spider-Man, pese a las apariencias, no es un personaje sencillo de replicar y resumir en apenas un par de horas. De hecho, esa es la razón de que siga ahí, incombustible tras décadas de vida, sin necesidad de recurrir a abstracciones totales (¡el ser más poderoso de la Tierra!), a patriotismos o a traumas de infancia que ya han perdido todo el sentido. Spider-Man es un héroe perfecto porque es falible, es humano, es un perdedor, y pese a todo, siempre encuentra la fuerza para soltar un chascarrillo y seguir adelante. Es lo que queremos ser no para salvar el universo, sino para sobrevivir en el día a día.
Eso lo transmite perfectamente ‘Spider-Man: Un nuevo universo’: los guionistas Phil Lord y Rodney Rothman consiguen crear no solo un Miles Morales que es puro Spider-Man (fracasado pero optimista, con ese empuje vital que solo puede tener un adolescente) y un Peter Parker acabado pero aún con el heroismo potencial bullendo en sus venas. Juntos suman unas cuantas caras del Spider-Man que tantas películas en imagen real fallaron al intentar replicar, quedándose en retratos más o menos afortunados, pero casi siempre unidimensionales (solo la reciente ‘Homecoming’ se acercó en ese aspecto).
Está cuidada en los detalles más aparentemente intrascendentes
Y es ahí donde está buena parte de la sustancia de la película, como ha demostrado ser la especialidad de Phil Lord y su compinche habitual Christopher Miller, que convirtieron una adaptación de un clásico literario infantil por la que nadie apostaba demasiado (‘Lluvia de albóndigas’) en una de las propuestas animadas más interesantes de los últimos años. O transformaron una adaptación animada de una franquicia juguetera, ‘La LEGO película’ en su revelación internacional y una película valiosísima y al margen de Pixar, Disney y compañía.
Aquí en solitario, Lord sigue la misma táctica para dotar de humanidad a sus personajes: en los detalles y sin cargar las tintas. Del cameo más memorable de Stan Lee en décadas al transfondo trágico de Spider-Gwen, perfectamente compatible con la amistad que le ofrece Miles Morales. Con diálogos chispeantes y que van deslizando sutiles detalles biográficos y de carácter, como demuestran las charlas de Miles con su padre o la presencia del Merodeador. Son esos detalles lo que convierten esta Nueva York animada en algo tridimensional y poblada por personajes de carne y hueso.
Es genuíno cine de animación
Convenzámonos: a todos nos gusta ver a nuestros actores favoritos poniéndose trajes ridículos, pero la mejor adaptación posible de un superhéroe viene siempre en formato animado. Lo demostró la serie de Bruce Timm de Batman y ahora lo demuestra ‘Spider-man: Una nueva dimensión’ dejando sencillamente en ridículo a todas las aproximaciones en imagen real a la acción, el dinamismo, el colorido y la frescura de un buen cómic de superhéroes.
Pero no solo eso: de una manera que solo puede hacer el cine de animación, la película inventa una «tercera vía» para adaptar la mitología del superhéroe, con una estética y un ritmo que no es el estatismo de los cómics, no es la rigidez tridimensional de la imagen real, es una nueva forma de mirar la mitología de la gente disfrazada. Con sus onomatopeyas dibujadas, sus líneas cinéticas perfilándose en el aire con los movimientos de los personajes, su perfecta fusión de hiperrealismo y abstracción. Las mejores armas del cine de animación, al servicio de un tipo de narración muy complicada de funcionar fuera de las páginas de un cómic.
Destrona incluso a muchos clásicos
¿Quiere eso decir que ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es mejor que cualquier otra película de superhéroes? No vamos a entrar en discusiones bizantinas: cada cual tendrá su ranking, pero una cosa sí se puede decir con total confianza. ‘Un nuevo universo’ tiene una visión del cosmos superheroico novedosa y refrescante, que prescinde del mastodóntico anquilosamiento de las superproducciones Marvel, con sus set-pieces espectaculares, sí, pero a menudo engarzadas de forma ortopédica y aparatosa.
Por así decirlo: si ‘Infinity War’ es el equivalente de una de esas sagas Marvel que se prolonga en los comics con múltiples spin-offs y tentáculos que abarcan todo el universo de ficción, ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es un comic de treinta páginas autoconclusivo, frenético, perfecto. Es en lo que yo pienso cuando pienso en superhéroes. ¿En qué piensas tú? ¿Épica, solemnidad, salvar el universo? ¿O acción, humor y zurrar atracadores mientras intentas no llegar tarde a una cita con tu tía? La decisión es tuya, pero si hay algo que celebrar con ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es que, ahora sí, tenemos donde elegir. Al fin.
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