Warren Ellis: futurismo para el pueblo
Antes de nada, aclaremos la duda inmediata: Warren Ellis, el guionista y escritor británico, devoto del futuro y de sus formas más conflictivas, humanista a su manera y creador de iconos del comic moderno como ‘The Authority’ o ‘Transmetropolitan’, no es Warren Ellis el músico australiano frecuente colaborador de Nick Cave y dueño también de unas ostentosas barbas. Solucionada esa duda para navegantes (sobre todo, para googleadores), hablemos de por qué nos interesa Warren Ellis (el primero).
Enfrentarse a la ingente obra de Ellis implica pasar un buen rato poniendo orden a una cantidad absolutamente monstruosa de títulos. A su febril nivel de publicación, no solo en comics sino también en prosa e incluso en otros medios que difunde a menudo por Internet (piensa en voz alta a través de su newsletter Orbital Operations, cada mañana arranca en Morning Computer y hasta tiene un podcast de música ambiental -ideal para trabajar-, Spektrmodule), se suma la diversidad que toma su obra.
Para poner orden en esta levísima, incompleta por definición introducción a la obra de Warren Ellis, la hemos dividido en unos cuantos trabajos primordiales que os presentaremos por separado, y luego hablaremos de unos cuantos temas más o menos vectores de su obra. Leer todo Ellis es el trabajo de una vida, así que no os dejéis asfixiar por el ingente volumen de su trabajo… y bienvenidos al futuro.
Transmetropolitan
Después de sembrar la semilla para que el comic de superhéroes no volviera a ser nunca el mismo con su etapa inicial en ‘The Authority’ (ahora volveremos sobre ello), Ellis comenzó en 1997 su serie ‘Transmetropolitan’, que cocreó con el dibujante Darick Robertson (habitual de otros guionistas como Garth Ennis, con quien hizo ‘The Boys’). Duró 60 números, la mayoría de ellos en el mítico sello independiente de DC, el mítico Vertigo, que vio nacer a personajes como Sandman. Aquí ya se dan cita muchas de las obsesiones de Ellis.
Muchos de los temas que plantea ‘Transmetropolitan’ son los que Ellis ha retomado una y otra vez: aquí brinda una visión del futuro pesimista pero fascinante, mediatizadísima por la tecnología y los medios, y que sirve para indagar en las reverberaciones, unas banales y otras muy trascendentales, del transhumanismo. Es decir, cómo la tecnología nos ayuda a mejorar, pervertir, potenciar y multiplicar la capacidad natural de nuestros cuerpos y nuestras mentes.
El otro gran tema de ‘Transmetropolitan’, connatural a toda la obra de Ellis y vinculado en parte al anterior, es la reivindicación del individuo como un ente valioso por encima de las miserias que nosotros mismos montamos para regirnos, de los gobiernos a las estructuras de ocio. Lo que no quita para que ‘Transmetropolitan’ sea a la vez rabiosamente misantrópica y caricaturesca, especialmente cruel con los poderosos y la gente capaz de pisotear a los más débiles.
Y si todo eso está en la obra posterior de Ellis, ¿qué hace especial a ‘Transmetropolitan’? ¿Por qué es, aún hoy, su mejor obra? Por el fascinante magnetismo del periodista gonzo Spider Jerusalem, que aglutina con su visión todo lo que percibimos de este fresco del siglo XXIII. A sueldo del diario La Palabra, un poco a regañadientes y acompañado siempre de dos «apestosas ayudantes», Spider va descubriendo con sus columnas la realidad acerca de un monstruoso presidente al que siempre había considerado un mal menor frente a otras opciones.
Resulta familiar, ¿verdad? Leer hoy ‘Transmetropolitan’, más de dos décadas después de su publicación original, es una auténtica revelación por lo pertinente que sigue siendo su crítica. Muchos lectores encuentran molestos los largos soliloquios de Spider y la clara identificación Ellis = Jerusalem, que conforme avanza la serie se molesta menos en disimular. Pero como la escritura de un furiosísimo y punk Ellis en ‘Transmetrolitan’ es vibrante y musculosa como pocas, importan bien poco: los 60 números se devoran en un suspiro y son perfectos para arrancar una larga relación con el guionista.
Superhéroes al estilo Ellis
Como casi cualquier otro guionista que ha trabado contacto con la industria mainstream estadounidense, Warren Ellis ha hecho superhéroes. En grandes cantidades. El propio guionista, pese a que los resultados de su trabajo en el género van de lo decente a lo muy notable, prefiere mantener esta parte de su trabajo alejada del resto, que considera más personal. Por ejemplo, en los sucesivos foros sobre su trabajo e intereses que ha moderado y que hoy están cerrados, The Engine y Whitechapel, prohibía hablar de su trabajo para Marvel, aduciendo (con razón) que para eso ya había otros rincones especializados de Internet.
En cualquier caso, su primer trabajo superheroico es uno de los que más calado posterior ha tenido, aunque su etapa no es la más celebrada de esa colección. Hablamos de ‘The Authority’, colección que escribió en sus primeros 12 números y que heredaba de su etapa al frente de Stormwatch, un grupo de superhéroes alternativos para el sello Wildstorm y que revolucionó con grandes dosis de sexo, violencia, ciencia-ficción dura y comentario político. Se dedicó a matar a buena parte de los personajes principales y a crear nuevos antihéroes, que conformarían The Authority, un grupo de seres ultrapoderosos y que operaban por encima de la ley humana.
Es decir, como hace cualquier grupo superheroico. Pero cargando las tintas en el eco político de semejante idea, muy ellisiana, acerca de cómo el post-humanismo coloca a sus personajes fuera del alcance de las leyes que rigen al resto de los humanos. Una idea que acompañó de despliegues de violencia inusitados, una militancia política muy agresiva y una serie de personajes inolvidables, y también cien por cien Ellis. Entre ellos El Doctor, un chamán politoxicómano, o Jack Hawksmoor, que recibe poder de las ciudades.
Se dice, y es cierto, que la etapa de Ellis (y Bryan Hitch a los lápices) es fundacional, pero inferior a la inmediatamente posterior de la serie, comandada por un Mark Millar desatado y adelantando todo lo que luego haría para Marvel (es decir, inventando la Marvel del siglo XXI, lo que incluye las películas). Pero las bases que asentó Ellis en su breve fase en ‘The Authorithy’ son indiscutibles, sobre todo en lo que respecta al tono y los personajes, y permanece como uno de sus tebeos más influyentes.
Paralelo a su trabajo en ‘The Authority’, su trilogía de obras imprescindibles se completa con ‘Planetary’, la más inclasificable de todas ellas, aunque indudablemente parte de una reflexión sobre la narrativa superheroica. Planetary es una organización que se define a sí misma como «Arqueólogos de lo imposible», y que se dedica a desenterrar la historia secreta del mundo. Lo conforman la casi invulnerable Jakita Wagner, The Drummer (capaz de detectar y manipular corrientes de información) y Elijah Snow, que puede crear frío.
Sus investigaciones les llevan a analizar todo tipo de fenómenos de la cultura pop, camuflados de «casos» que en realidad son reformulaciones ingeniosísimas de tropos que van desde los monstruos gigantes tipo Godzilla a los superhéroes. Por ejemplo, los enemigos más terribles de Planetary son Los Cuatro, una indisimulada versión oscura de los Cuatro Fantásticos que usan sus poderes para el despiadado lucro personal.
Muchísimo más críptica que ‘The Authority’, menos accesible pero también mucho más profunda, ‘Planetary’ exige más al lector, sobre todo en un tramo final ciertamente lisérgico. Pero los más pacientes se verán recompensados con la que para muchos es la obra definitiva de Ellis, en el sentido de que recoge, explica y analiza toda la íntima relación del guionista con la cultura popular del siglo XX.
Como decimos, el trabajo de Ellis con los superhéroes mainstream es ingente e inabarcable. De hecho, en 1994, muy al inicio de su carrera, ya estaba colaborando con Marvel, con títulos como ‘Hellstorm: Prince of Lies’ o algunos números de la línea ‘2099’. Algunos de sus comics han tenido tanto impacto como la historia ‘Extremis’ de Iron Man, junto a Adi Granov, esencial para construir el rasfondo de lo que luego sería la película ‘Iron Man 3’
Sin embargo, uno de sus trabajos más memorables llegaría en la serie ‘Thunderbolts’ junto a Mike Deodato. Se trata de un grupo de villanos reformados que Ellis reformuló en la etapa post-‘Civil War’ de Marvel, a mediados de los dosmiles. Creó una serie oscura y despiadada que ponía en solfa muchas de las cosas que damos por sentadas acerca de las ficciones superheroicas y su maniquea división entre buenos y malos, y que aquí aparece dirigida por Norman Osborn (el Duende Verde de Spider-Man) y con miembros entre sus filas como Bullseye o Venom.
Su otra aportación notable al cosmos superheroico es con otro grupo de marginados: ‘Nextwave’, una efímera parodia del género superheroico publicada entre 2006 y 2007 y dibujada por Stuart Immonen. Se trata de un grupo de superhéroes absolutamente menores del Universo Marvel que forman una unidad antiterrorista: la primera Capitana Marvel, una miembro de la peor etapa de X-Force, el olvidado Hombre Máquina… y todos comandados por el director de H.A.T.E., Dirk Anger, una obvia parodia de Nick Furia.
A ello se suman otras muchas series por las que ha pasado de forma más o menos fugaz, como ‘Astonishing X-Men’, ‘Justice League’ o ‘Moon Knight’. Y también, en editoriales más pequeñas, ha seguido trasteando con el tema. En Avatar, donde crea series de forma prácticamente ininterrumpida (mucho ojo a su detective sobrenatural ‘Gravel’, a la ciberheroína ‘Anna Mercury’ o al mad doctor ‘Doktor Sleepless’), tramó la estupenda ‘No Hero’, dibujada por Juan Jose Ryp, una versión politizada, hipertecnificada, ultraviolenta y lisérgica de ‘Watchmen’.
Qué nos hace post-humanos
Si hay un tema absolutamente vector en la obra de Ellis más orientada a la ciencia-ficción es la post-humanidad. A través de máquinas, a través de poderes, de experimentos, de nuevas formas de gobierno, cómo vamos a ir transformándonos, voluntaria o involuntariamente en nuevas formas de vida que quizás desarrollen nueva ética y costumbres. Era una tesis ya muy presente en varias subtramas de ‘Transmetropolitan’, pero en la que Ellis incide una y otra vez.
También es un tema íntimamente ligado a la narrativa superheroica de Ellis, que aunque hace narraciones de género apegadas a los tópicos obligatorios de disfraces, máscaras y demás, aprovecha a menudo para indagar en cómo el futuro, las modificaciones físicas y mentales que este nos trae, van a hacernos mutar a nosotros y a nuestro concepto de héroes, con o sin el super. Es el caso de otra de las grandes creaciones del autor, ‘Global Frequency’, una serie de 12 números para Wildstorm muy atrevida en lo formal (cada número estaba dibujado por alguien distinto, y cada entrega era independiente aunque conformaran una historia conjunta) y publicada entre 2002 y 2004.
En ‘Global Frequency’ nadie tiene superpoderes, pero la tecnología convierte a los espías tradicionales en héroes sobrehumanos. GF es una organización secreta con 1001 agentes por todo el mundo, cada uno con su área de especialización propia, desde la programación de ordenadores a las acciones militares. Con personajes rotatorios, unidos por la enigmática jefa de la organización, Miranda Zero, ‘Global Frequency’ es una serie febril, extraordinariamente bien narrada y que plantea una mitología superheroica realista y ambientada en el futuro de pasado mañana.
‘Desolation Jones’, publicada entre 2005 y 2007, también toma como punto de partida el mundo del espionaje, pero con una historia mucho más oscura: el protagonista es un agente del servicio de inteligencia británico que se apuntó voluntario a unos experimentos para llevarle al límite de sus capacidades. El resultado son gravísimos cambios físicos, severas alucinaciones y una falta total de compasión a la hora de ejecutar sus misiones. El resultado es uno de los tebeos más frenéticos, extraños, pesimistas y oscuros de Ellis.
Algo más experimental, mucho menos tecnificada, pero también ahondando en el transhumanismo como una forma de plantearse qué nos dota de humanidad y hasta dónde podemos llegar si nos dejamos llevar por la tecnología y las circunstancias, está ‘Freakangels’, un excelente webcomic de más de 800 páginas dibujado por Paul Duffield y ambientado en un futuro cercano, en una Londres devastada por una inundación terrible. En el barrio de Whitechapel, 12 jóvenes de 23 años con poderes muy diversos (de la tequinesia a la piroquinesis) intentan sobrevivir a las amenazas externas y a sí mismos. El resultado es un fresco colectivo donde los poderes son cotidianos y en el que brilla el talento de Ellis para definir personalidades de forma certera y con un par de diálogos.
Novelas, detectives sobrenaturales… y 007
La obra completa de Warren Ellis, como se puede ver, es absolutamente inabarcable. Pero hay más, mucho más donde hundir la nariz. A vuelapluma, y sin profundizar demasiado: tuvo una etapa deliciosa en la popular serie ‘Hellblazer’, la mítica colección de Vertigo sobre el detective sobrenatural John Constantine, y que abandonó después de que DC decidiera no publicar una de las historias porque abordaba el tema, siempre tristemente de moda, de los tiroteos en colegios, justo cuando tuvo lugar una de estas masacres en Estados Unidos. Su breve etapa en esta serie es estupenda y se encuentra recopilada con facilidad.
También detective, pero de otro tipo, es el protagonista de ‘Fell’, una zambullida en el género negro más bronco y siniestro, morbosamente ilustrada por Ben Templesmith y por desgracia interrumpida de forma indefinida tras 9 números. También muy de género es ‘James Bond’, el comic oficial de la franquicia publicado por Dynamite y del que Ellis escribió dos arcos argumentales tras devorar todas las novelas originales de Ian Fleming, olvidándose un poco de las películas y recuperando las muy modernizables raíces del personaje.
Finalmente cabe destacar, además de la extensísima labor de Ellis como ensayista (ha escrito, sobre todo, sobre ciencia extrema, transhumanismo, ciencia-ficción de la vida real y demás variantes del futurosmo del día a día), como novelista y guionista audiovisual. En cuanto a lo primero, su debut ‘Camino tortuoso’ es un sensacional psycho-noir en el que un detective privado busca una copia secreta de la Constitución norteamericana que Nixon olvidó en un prostíbulo, trazando en su búsqueda una morbosa historia secreta de la nación. Su segunda novela, ‘Ritual de muerte’, es inferior y más sosegada, acerca de un asesino en serie responsable de cientos de casos sin resolver que atesora las armas de sus crímenes.
En cuanto a guiones, ha escrito la infausta serie de anime ‘Castlevania’ para Netflix, pero mucho más interesantes son sus soberbios guiones conceptuales y ultrarrápidos (cada episodio dura apenas unos minutos) para la serie de animación en miniepisodios ‘GI Joe Resolute’, que tramó en 2009. También ha escrito varios videojuegos, muy notablemente el interesante survival ‘Cold Winter’ y la historia de la que arrancó el popularísimo ‘Dead Space’.
Dejamos mucho en el tintero: las recientes ‘Ocean’ y ‘Trees’ son muy notables, por ejemplo. Y están también ‘Red’ y secuela, que no destacan en el grueso de su obra pero que inspiraron un par de películas de éxito protagonizadas por Bruce Willis. Warren Ellis es, en definitiva, inabarcable: es una ametralladora de ideas y formatos que alterna con notable gusto sus propuestas arriesgadas y experimentales para el mercado independiente con dignísimos (a veces muy por encima de la media) aportaciones al tebeo mainstream USA. Un nombre imprescindible para entender la ciencia-ficción de hoy, y lo mejor: sus mejores obras siguen resonando en el subconsciente generacional meses, años, incluso décadas después de haber sido publicados originariamente.
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