Zune: historia de un fracaso que sirvió para cambiar de look a todo Microsoft
El iPod lo dominaba todo y a todos cuando un 14 de septiembre de 2006 Microsoft se lió la manta a la cabeza y lanzó su propio reproductor MP3, al que llamó Zune. Aquel producto nació con un diseño singular tanto externa como internamente, y de hecho se hizo famoso por el modelo marrón (caca, para muchos) con el que en Redmond quiso convecernos de que «el marrón es el nuevo negro».
Ese color se convirtió en todo un meme para aquellos tiempos, y lo cierto es que a pesar de sus esfuerzos y de cuatro generaciones de dispositivos, el Zune y sus sucesores jamás lograron tener éxito en su batalla contra los iPod. Puede que eso no importara demasiado, porque lo que sí lograron fue marcar un punto de inflexión en la interfaz de usuario de todos sus dispositivos.
Cuando la música lo era todo
Nadie había logrado toserle al iPod desde que Apple lo anunciase en octubre de 2001, y el Zune no fue una excepción. De hecho para cuando se lanzó la empresa de Cupertino estaba ya a punto de anunciar la segunda de sus grandes disrupciones de la década pasada, porque apenas tres meses después Jobs presentaría ante el mundo el iPhone.
El Zune, por lo tanto, llegaba tarde y, según muchos, mal, con una propuesta que no era especialmente diferencial a la de Apple con sus iPod, que ya se habían ganado a millones de usuarios y que de hecho habían provocado algo impensable para la época: que Apple hiciese una aplicación nativa (iTunes) para Windows con la que gestionar aquel dispositivo.
Competir con aquel fenómeno era una misión casi imposible, aunque durante ciertos momentos el Zune sí generó un interés decente en Estados Unidos, el único país donde Microsoft quiso comercializarlo.
Cuatro generaciones tardías
A aquel primer modelo le siguieron otros que modificaron tanto la capacidad de almacenamiento como el diseño y algunas de las prestaciones internas. Los Zune 4, 8 y 80 que aparecieron un año después copiarían la rueda táctil de los iPad, bautizándola como el Zune Pad como gran diferencia con respecto al modelo original.
Esa evolución se mantendría con una tercera generación en la que llegaron Los Zune 16 y 120 incrementaban la capacidad y daban acceso al Zune Marketplace para adquirir música desde el propio dispositivo. También se reforzaba el uso de Zune Pass, un servicio de streaming que no logró tampoco cuajar, e incluso la posibilidad de jugar en el Zune, una opción que ni desarrolladores ni usuarios parecieron acoger con demasiado interés.
El último de los modelos de aquella familia fue el Zune HD que se presentó el 15 de septiembre de 2009. Este modelo tenía un diseño mucho más cuidado en el que lo más destacable era su pantalla táctil, que hacía innecesario el Zune Pad de control y que se convirtió en seña de identidad de un reproductor que era competencia directa del iPod touch.
Aquel dispositivo planteaba una apuesta similar a la del dispositivo de Apple, permitiendo tanto la sincronización de música mediante WiFi como acceso al Zune Marketplace e incluso a la navegación web. También estaba preparado para reproducir vídeos 720 y usarlo como dispositivo portátil que luego conectar a una televisión a través de un dock con salida HDMI.
Aquel producto vería una pequeña actualización en abril de 2010 para darle más capacidad y llegar a los 64 GB, y las sucesivas mejoras del firmware llevaron a este reproductor clientes de redes sociales como Twitter o Facebook, aunque no sin que dichas aplicaciones fueran problemáticas.
Microsoft no volvería a sacar ningún Zune al mercado: las ventas no respondían, y dos años después del lanzamiento del Zune HD, en octubre de 2011, la firma anunciaba que abandonaba todo el hardware Zune y animaba a los usuarios a migrar a sus teléfonos Windows Phone, que trataban de competir con los iPhone. La historia se repetiría, porque Microsoft también llegó tarde y mal a ese mercado.
No todo había sido un fracaso con el Zune, no obstante.
Una interfaz que contagió a todo Microsoft
Aquel reproductor tenía desde luego luces y sombras, y entre ellas estaba desde luego una interfaz de usuario realmente original en la que las tipografías eran protagonistas. En noviembre de 2007 aparecía la llamada Zegoe, una tipografía basada en Segoe —cuya licencia de uso le dio problemas a Microsoft en la Unión Europea— que acabaría convirtiéndose en protagonista absoluta de todo el branding de Microsoft y de sus productos y servicios hasta nuestros días.
Aquella interfaz visual centrada en el texto y no en iconos fue todo un soplo de aire fresco para unos dispositivos que como los Zune podían no diferenciarse en el fondo, pero sí en la forma. Todo en los Zune aparecía con esa tipografía en la que las mayúsculas estaban prácticamente desaparecidas y en las que la claridad y la limpieza eran una verdadera virtud.
Fue uno de los grandes (y pocos) aciertos del Zune, y de hecho aquel éxito acabó contagiando a Microsoft, que aplicó esos principios a Windows Phone 7, el sistema operativo que debutaría a finales de 2010 y que adoptaría ese amor por las tipografías en muchos de sus apartados.
Aunque Microsoft se diferenció aún más en este apartado con el uso de las baldosas animadas que ha mantenido hasta la actualidad, seguimos notando esa herencia. Lo hacemos aún hoy en dispositivos basados en Windows 10, y basta con acceder al menú de Configuración para comprobar cómo esos principios de diseño se mantienen —aunque tanto tipografías como iconografía han cambiado— en estos malogrados dispositivos.
Aquellas pautas fueron de hecho parte integral del lenguaje de diseño Metro —ahora reemplazado por Fluent Design— que se ha venido utilizando en la Xbox 360, la Xbox One, o Windows 8 y Windows 8.1.
Es cierto que Windows 8 fue muy criticado por el excesivo protagonismo de la interacción táctil y la ausencia del célebre botón de inicio que volvió con Windows 10, pero eso, como suele decirse, es otra historia. Los Zune fracasaron ante los iPod, pero la herencia de su interfaz visual sigue notándose diez años después de su lanzamiento, que no es poco.
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Javier Pastor
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